Comenzando el siglo XIII dos grandes luces iluminaron la Iglesia y Europa: Domingo y los dominicos, y Francisco de Asís y los franciscanos. Abrazaron la pobreza dejándolo todo en este mundo para vestir un pobre saco como hábito y predicar y hacer presente a Cristo como “otros cristos” entre los pobres.
Sus conventos acogían al forastero, y hoy en día el albergue de san Francisco es albergue de transeúntes y sin techo en Santiago. Era otra puerta de la ciudad, detrás del hospital de los Reyes Católicos, a los pies de san Martín Pinario, el monasterio benedictino.