Acompañados: Andar en verdad

Que las medidas sanitarias causen efecto y los recluidos en sus casas hayan aprendido a sacar conclusiones, no puede excluir la propia verdad del camino de la vida.  La verdad no es una referencia sectorial de la persona, sino su núcleo, una fuente de fortaleza personal y una tarea de toda la vida.  Teresa de Jesús, andariega de la vida y de la fe, se refiere constantemente a ella en sus escritos como inseparable de la humildad, no como comportamiento moral, sino como virtud del ser humano que nos ayuda a ser auténticos.  Sostiene que se le entra con fuerza por todos los poros del ser y cree que esa verdad se completa con la verdad del otro, de lo otro, del OTRO.  La humildad le da cuerpo, calidez, luz y armonía.  Cuando un acontecimiento como el de la pandemia global nos acucia, desaparecen los escondrijos; no hay recovecos; no hay trastienda. Uno mismo se sitúa frente al reto: “me puede tocar a mí”… Y, luego, ante la supervivencia, avanzar, paso a paso, hacia la meta humana de amar, porque descubrimos que amar a otros nos libera, comparte el bien y ofrece lo mejor de uno mismo a todos sin exclusión, sin apropiación.  Nos enseña a tomar distancia de la autocomplacencia y/o la sobrevaloración de uno mismo para ordenar la vida en comunión con todo lo creado.

Padre Roberto