Acompañados: compartir

Cuando hemos de cuidarnos de un modo tan concreto y particular como nos aboca el coronavirus, rebrota el deseo de entregar a los otros el pensamiento propio que se abre al crecimiento, el deseo de compartir el afecto que se enriquece con el afecto de otros que atraviesan las mismas circunstancias, el deseo de compartir conductas proactivas que miran hacia el bien sin discriminación alguna porque se han bajado las barreras en nuestro corazón y caminamos abiertos a lo que acontece.

Cualquier cosa material, espiritual, esencial… cualquier cosa es susceptible de ser compartida porque lo que se comparte se multiplica.  Nuestro modo de vida moderna nos ha hecho vivir muy independientes, muy cerrados, muy autónomos, muy “propietarios” de cuanto somos y tenemos, recelosos del otro, recelosos de conocer y ser conocidos, esclavos de una autonomía que nos aleja insolidariamente de los demás porque hemos convertido en autosuficiencia todo lo que poseemos e incluso lo que somos.  Sin embargo no perdemos la conciencia de ser interdependientes, no dejamos de sentir la necesidad del intercambio.

El amor consiste en compartir la alegría. No pide nada a cambio.

Padre Roberto