Carta a los jóvenes de los padres sinodales: “Sois el presente, sed el futuro más luminoso”

El papa Francisco clausuraba este domingo en Roma el Sínodo de los obispos sobre los Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Al término de la misa de clausura, el cardenal Lorenzo Baldisseri leyó una “Carta a los jóvenes”. En ella los obispos le recuerdan que “la Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de vuestro entusiasmo”.  Y para que no se encuentren desamparados en su misión evangelizadora, los padres sinodales se comprometieron a “ayudaros en vuestras alegrías para que vuestras esperanzas se transformen en ideales… la Iglesia es vuestra madre, no os abandona y está dispuesta a acompañaros por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza”.

Por su parte el Santo Padre abrazó y agradeció la participación a varios jóvenes que subieron al altar en representación de los 34 que trabajaron en esta XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Fruto de casi un mes de reflexión es un extenso documento final de 167 números en el que también se recogen los votos que obtuvo cada número, lo que le da al texto una transparencia absoluta. Ese texto, de momento, sólo está disponible en italiano en la dirección web https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2018/10/27/0789/01722.html

A pesar de la importancia de este texto, el papa Francisco advirtió de que “el resultado del Sínodo no es un documento”. Francisco aseguró que “ahora el Espíritu nos entrega a nosotros el documento para que trabaje en nuestros corazones, somos nosotros los destinatarios del documento”.

Carta de los padres sinodales a los jóvenes

Nos dirigimos a vosotros, jóvenes del mundo, nosotros como padres sinodales, con una palabra de esperanza, de confianza, de consuelo. En estos días hemos estado reunidos para escuchar la voz de Jesús, “el Cristo eternamente joven” y reconocer en Él vuestras muchas voces, vuestros gritos de alegría, los lamentos, los silencios.

Conocemos vuestras búsquedas interiores, vuestras alegrías y esperanzas, los dolores y las angustias que os inquietan. Deseamos que ahora podáis escuchar una palabra nuestra: queremos ayudaros en vuestras alegrías para que vuestras esperanzas se transformen en ideales. Estamos seguro que estáis dispuestos a entregaros con vuestras ganas de vivir para que vuestros sueños se hagan realidad en vuestra existencia y en la historia humana.

Que nuestras debilidades no os desanimen, que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder vuestra confianza. La Iglesia es vuestra madre, no os abandona y está dispuesta a acompañaros por caminos nuevos, por las alturas donde el viento del Espíritu sopla con más fuerza, haciendo desaparecer las nieblas de la indiferencia, de la superficialidad, del desánimo.

Cuando el mundo, que Dios ha amado tanto hasta darle a su Hijo Jesús, se fija en las cosas, en el éxito inmediato, en el placer y aplasta a los más débiles, vosotros debéis ayudarle a levantar la mirada hacia el amor, la belleza, la verdad, la justicia.

Durante un mes hemos caminado juntamente con algunos de vosotros y con muchos otros unidos por la oración y el afecto. Deseamos continuar ahora el camino en cada lugar de la tierra donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros.

La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de vuestro entusiasmo. Haceos compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Sois el presente, sed el futuro más luminoso.