Contemplación del Camino de la Cruz. Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz

Texto profético

“Mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un hombre acabado: relegado entre los muertos, como los cadáveres que yacen en la tumba. Me has echado en lo profundo de la fosa, en las tinieblas del fondo” (Sal 89).

Texto evangélico

“Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró” (Lucas 23, 44-46).

Texto patrístico

“Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso”. (Autor anónimo)

Texto místico

“Mirad que importa esto mucho más que yo os sabré encarecer. Poned los ojos en el Crucificado y haráseos todo poco.” (Santa Teresa de Jesús, Moradas VII, 4, 8)

Consideración

“El centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios».  (Mt 27, 54)

“Alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria” (1Pe 4, 13).

No es momento de comprender, sino de rendir el pensamiento, entrar en comunión con el dolor del mundo, adorar, y si puedes, llegar a decir en medio de la prueba: “Bendito sea Dios”. Confío en ti, me pongo en tus manos.

Ángel Moreno Buenafuente