Contigo todo

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

Jesús, te presentamos nuestra hambre. Señor, te presentamos nuestra sed. Necesitamos que Tú vengas a saciarlas. Sacia nuestra necesidad de amor, nuestra necesidad de seguridad, nuestra necesidad de paz, nuestra necesidad de confianza, nuestra necesidad de esa alegría profunda que nada ni nadie nos pueda arrebatar jamás… Sácianos de Ti, Señor, porque solo así no volveremos a tener hambre y sed…

Raúl De León y Kenia Moreno, interpretada por Alba PantaleónContigo todo https://youtu.be/6JNa9E1fw8E

Elena Fernández Andrés · https://twitter.com/poverellacm

 

Nos escribe Chus Villarroel: “Esperamos que una situación de pandemia como la que estamos viviendo ayude a muchos a descubrir la nostalgia de un Cristo vivo, para que la fe sea algo real y con más poder. Acabo de hablar un largo rato con un médico de los que están en la brecha y he notado que su desconcierto es casi total. No tienen ni idea si después de pasarlo hay inmunidad o no, si muta el virus, si los anticuerpos le pueden defender a uno en el futuro o no. El virus está zarandeando a la clase médica de tal forma que su seguridad y certeza de otros tiempos está por los suelos. A este hombre y a muchos de sus colegas les obligaron a profesar el primer día que entraron en la facultad el dogma de que nada que no sea racional o científico es digno de ser considerado por un doctor. Bien entendido tiene su verdad, pero -en el fondo- es profundamente falso porque no hace justicia a la vulnerabilidad del ser humano, incluido el científico.

Uno de los signos de las primeras reuniones cristianas era el de la exultación. “Partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón” (Hch 2, 46). En griego, la palabra alegría se dice agalíasis. No se trata de una alegría corriente. La agalíasis es alegría desbordante, más bien júbilo y exultación; lo que en latín se llamó más tarde jubilatio, que se expresaba en lenguas y con aclamaciones. El cristiano iluminado por el Espíritu Santo se sentía un triunfador, no en sí mismo, sino en Jesús resucitado, en el hombre Jesús que había sido constituido kyrios, Señor y Juez de la historia. Ser partícipes de esta experiencia hacía brotar derroches de agalíasis.”

En este tiempo de confinamiento ha tomado gran relevancia la familia, la convivencia en las casas. Fue precisamente en las casas donde se reunían los primeros cristianos… Acojamos esta gran oportunidad para vivir la Fe en casa, en familia.

Montse de Javier · Comunidade Caná