Cristo entrega su vida

El profeta Isaías muestra a un profeta desconocido, que pone en Dios toda su confianza. Está siempre a la escucha de lo que Dios pueda decirle, para hacer todo lo que Él le pida. Ofrece la espalda a los que lo apaleaban, y las mejillas a quienes le tiraban burlonamente de la barba. No ocultaba su rostro ante ultrajes ni salivazos. A pesar de todo lo que tenía que sufrir, confiaba en el Señor, y se apoyaba en Él.

Santiago, el autor de la Carta del Nuevo Testamento que lleva su nombre, nos mueve a estar siempre atentos a las necesidades de nuestros hermanos y de poner siempre en práctica en nuestra vida la entrega amorosa a los demás. Es algo que nos exige esa fe que hemos recibido del Señor, y la prueba de que esa fe que tenemos es algo genuino y digno de ser tenido en cuenta.

En Cesarea de Filipo, Jesús les preguntó a sus discípulos quién pensaban ellos que era él. Pedro dice en seguida que es el Cristo que ellos esperaban. De todos modos, cuando quiere explicitar qué tipo de Mesías es, Jesús le corrige, porque en ese caso no piensa como Dios, sino como los hombres, pues ese Mesías tiene que sufrir, morir y resucitar. Y añade: quien quiera ir en pos de él, ha de tomar la cruz y seguirle. Quien entregue la vida por Jesús y el Evangelio, la recuperará. La propia alma vale más que todo el mundo

José Fernández Lago