Desde la Escritura: Tercer viaje apostólico

Después de algún tiempo en Antioquía de Pisidia, comienza Pablo su tercer viaje misionero, que comienza en la primavera del año 53. Se nos ofrecen datos de esa misión apostólica en el libro de los Hechos de los Apóstoles, desde el capítulo 18, 23, hasta el 21, 16. Si en el anterior viaje Pablo se había detenido año y medio en Corinto, ahora será en Éfeso, donde permanezca por espacio de tres años.

Al llegar a Éfeso, además de encontrar a sus conocidos Áquila y Priscila, se encontró con Agabo. Este, de origen alejandrino, dominaba las Sagradas Escrituras, y había sido instruido en el camino del Señor, aunque no conocía más que el bautismo de Juan. Fue por ello que Áquila y Priscila le expusieron con mayor exactitud el camino del Señor. A partir de entonces, sirvió de provecho a cuantos habían creído, pues, con su gran dialéctica, rebatía a los judíos, demostrando, por las Sagradas Escrituras, que Jesús era el Mesías esperado, el salvador del hombre.

En unos momentos en que Apolo estaba en Corinto, Pablo se encontró en Éfeso con unos discípulos, a los que preguntó si habían recibido el Espíritu Santo, cuando accedieron a la fe. Respondieron que nunca habían oído hablar del Espíritu Santo, pues habían recibido solo el bautismo de Juan. Entonces Pablo les explicó la diferencia entre uno y otro bautismo; e, imponiéndoles las manos, les transmitió el Espíritu Santo, de modo que empezaron a hablar en lenguas, según el Espíritu Santo les daba a entender.

José Fernández Lago