Diario de un peregrino: “Mensaje espacial”

Querido diario: las madres mueven el mundo. Mientras tú y yo caminábamos hacia la apostólica meta de Santiago, llegó una noticia emocionante: Rocío, enfermera embarazada, se convertía en “madre” de todos nosotros meses antes de dar a luz. Mientras paseaba, ella sospechó de una caja; la habían abandonado dos mujeres en unas ruinas. Allí encontró a un niño. El instinto, huido de una madre biológica, se hizo carne en Rocío.

A veces, cuando se nubla la esperanza que alberga el corazón de una madre, elevo los ojos al cielo. Aunque allá, en lo alto, también uno se lleva sustos: ¿Recuerdan las misteriosas luces de hace unos días en el firmamento? Se trataba del despliegue de un “trenecito” de 60 satélites; un proyecto para ampliar la cobertura de internet, capitaneado por el magnate Elon Musk. Las soluciones para esta tierra, no parece que vendrán de ese cielo.

Fíjense en este mensaje, de película futurista, que anuncia una empresa de gestación subrogada: “Nos une la pasión por los niños, y por conseguir lo que la naturaleza nos ha denegado (…) La paternidad cambió nuestras vidas (…) Con la solvencia y la estructura de una multinacional que garantiza la ausencia de improvisaciones, en algo importante, como es Al prescindir del Creador, aparece un frío abismo. De hecho, mi mensaje “espacial” favorito es uno de “Papá Dios”. Dice algo así: “hijo, lo que quiero es ir a Marte: A AMARTE. Por encima de todas las cosas.

Manuel Á. Blanco