Dos iglesias sorprenden en el mundo rural de Cambre

  • En la parte sur del municipio, fuera del centro de la localidad, se encuentran los templos de San Lourenzo y San Martiño de Andeiro

La localidad de Cambre es terreno conquistado para el visitante. Su magnífico templo de peregrinación con la pila bautismal traída de Tierra Santa y su yacimiento romano visitable son sus grandes valores. Pero el centro, abigarrado y lleno de edificios iguales a los de cualquier otro sitio, no es espacio idóneo en estos días de pandemia.

Por suerte, Cambre es mucho más que eso, y quedan lugares tranquilos para pasear sin miedo al covid. O sea, enclaves con algo que ver o algo que hacer, y sin gente. Sus sencillas y agradables iglesias de la parte sur constituyen un buen ejemplo.

Resulta mucho más fácil ir con GPS. Las pistas forman una auténtica tela de araña, aunque la pérdida siempre es muy relativa y breve. En cualquier caso, sálgase de la capital del municipio rumbo al este e inmediatamente, antes de la magnífica y espectacular biblioteca, gírese a la derecha, para pasar por encima de la vía del tren y muy poco después cruzar el río Mero. Y al centenar de metros -escaso-, desvío a la diestra rumbo a Meixigo (43°17’08»N 8°19’49»W).

San Lourenzo

El viajero ya está en el Cambre con atmósfera rural. No va a desviarse, tendrá que coger curvas a diestra y siniestra y estar ojo avizor porque a la salida de una de ellas aparece un letrero que indica que por la derecha se va a la iglesia de San Lourenzo.

Se trata de un templo del siglo XIX muy bien conservado y de una sencillez extrema de líneas, que se hace más patente en una fachada carente de decoración. Sin duda alguna el elemento más valioso y llamativo es el cruceiro que se alza en su parte trasera, que es la que recibe al visitante. La pista de acceso no puede presumir de ser ancha, y se prolonga más allá del edificio, pero ya de tierra.

De nuevo en la carretera, a mano contraria arranca otra pista (43°16’16»N 8°20’01»W) que hay que seguir, y al acabar, a la derecha para cruzar la autovía por encima. Justo ahí se encuentra el segundo templo, el de San Martiño de Andeiro (43°15’40»N 8°20’10»W).

Al viajero lo reciben dos cruceiros, cuan vigilantes -junto con un enorme árbol– de una iglesia que data también del XIX, sencilla, también muy acogedora, con elementos que humanizan ese granito caleado por los lados y parte trasera, mientras que en la fachada este queda a la vista, al igual que encinta los vanos.

La huella humana se ve, por ejemplo, en el sencillo monumento que los habitantes de la parroquia levantaron a un cura. O, por ejemplo, igualmente en la lápida de un matrimonio y su hijo, que data de la centuria citada, y que tiene flores, evidencia clara del recuerdo que les tienen sus descendientes.

Fuente: La Voz de Galicia