El amor

La 1ª lectura de la Misa de hoy, tomada del libro del Deuteronomio, es una llamada a cumplir los preceptos que el Señor ha dado al pueblo, de modo que les vayan bien todas las cosas, y el pueblo se multiplique en número. El primero y principal de esos preceptos es el de amar al Dios verdadero, el único Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente. Esos preceptos se deben popularizar, de modo que los hijos y todos los demás miembros del pueblo se enteren y los cumplan.

La 2ª lectura, tomada de la Carta a los Hebreos, contrapone el sacerdocio levítico, según el cual unos sacerdotes suceden a los otros cuando estos mueren, al sacerdocio de Cristo. Este no pasa nunca, sino que permanece. Cristo, que es santo e inmaculado, no necesita ofrecer sacrificios por sí mismo, y ha santificado definitivamente de una sola vez, con el sacrificio de sí mismo, a los que, gracias a él, se acercan a Dios.

En el Evangelio de la Misa de hoy, un escriba se acerca a Jesús y le pregunta por  el mandamiento primero y principal de la Ley divina. Jesús responde que es el amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente. Sin embargo, aunque el escriba no le había preguntado más que por ese mandamiento, Jesús añade que hay otro semejante a ese, y es que “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

José Fernández Lago