El duelo sin despedida

¡Cuánto duele no haberse podido despedir de un ser querido que falleció! ¡Cuánta rabia sentimos al no poder honrarlo como se merecía! ¡Qué solos nos hemos sentido y nos sentimos aún confinados! ¿Cómo convivir con esto?

Desde nuestro Centro Diocesano de Escucha San Camilo de Pontevedra compartimos las aportaciones que Marisa Magaña Loarte, Psicóloga experta en duelo complicado y directora del Centro de Escucha San Camilo del Centro de Humanización de la Salud de Tres Cantos (Madrid), nos ha hecho llegar estos días.

Tras muchos años acompañando duelos complicados, me permito varias reflexiones que quizás puedan ayudarte si te encuentras en tan duro momento.

Las personas que fallecen por este virus, lo hacen sedados, y suelen llevar así tiempo. Lo que significa que esa despedida era necesaria en importante para ti, no para tu ser querido, que ya no está en el mundo del consciente ni necesita de estas cosas. Por eso precisamente es saludable entender que el valor de la ausencia de esta despedida has de resignificarlo tú mismo, porque es para ti.

La despedida del ser querido en sus últimos momentos, qué duda cabe que ayuda y consuela en muchos casos, pero no olvidemos que despedirse es mucho más que un momento, que un acto final. La despedida es un proceso, una forma de vida, es haber estado en los momentos de necesidad, es todo el cariño compartido durante una vida, es cada expresión de afecto y de cuidado, eso es lo que al final queda en el corazón. Por eso, es sano no idealizar la despedida convirtiéndola en el acto que dará sentido y resumen a toda una vida, porque no lo es, es un hecho más de cariño, lo da especial relevancia que fuera el último, pero no olvides que hubo muchos más antes.

Por último, invitaría también a considerar que el no haber estado presente en el fallecimiento e incluso velatorio del ser querido es, sin duda, un grandísimo acto de amor, el último y más grande que se ha podido ofrecer al ser que amamos. Es un acto de generosidad, de responsabilidad y cuidado hacia los que más quieres, hacia ti mismo, hacia los más vulnerables. ¿Se puede acaso honrar mejor a un ser querido que ofreciéndole la renuncia a aquello que tanto deseas por el bien de los demás? Esa si es una bella despedida.”

Susana Doval Rodríguez
Voluntaria del Centro Diocesano de Escucha San Camilo de Pontevedra