El iglesario de A Grela

  • El iglesario de A Grela, casi oculto por las industrias que lo rodean, mantiene dos siglos de función social

Las instalaciones, ubicadas detrás del desaparecido Parque de Automóviles, «al fondo del polígono», acogen el Centro Municipal de Empresas. Con ello se mantiene la función social con la que nacieron en el mes de junio de 1724 cuando, según recoge Carlos García Cortés en su libro Templos coruñeses (Xerión), tuvo lugar la fundación del «Mayorazgo y Capilla de La Grela», otorgada en Cádiz por Antonio Pardo y donde «la ejecución de los fines fundacionales estaba a cargo de un capellán que oficiaba los cultos (abiertos al vecindario, especialmente los días festivos) e impartía clase gratuitamente a los niños de la zona, además de tener residencia en el edificio».

Los autores de la edificación, llevada a cabo entre 1754 y 1765, fueron dos maestros del barroco compostelano: Simón Rodríguez y Clemente Ferrer Sarela.

La construcción de colegios públicos en la zona y la falta de fondos de dicha fundación hizo que en el siglo pasado las dependencias pasaran a ser municipales. En la publicación de la Asociación de Empresarios de Agrela, del 2013, con motivo de su medio siglo de existencia, aparece una imagen del iglesario de 1990 sin techo y muy deteriorado. Fue a comienzos de esa década cuando empezó su recuperación con la puesta en marcha de una escuela taller municipal que, durante cinco años y siguiendo el proyecto de la arquitecta Angelika Lorenzen, restauró la construcción.

Aunque inicialmente fue habilitado como un centro de empleo, en la actualidad el iglesario tiene locales para acoger a 12 empresas, que disponen de espacios para reuniones, entre los que llama la atención un patio interior.

En cuanto a la antigua capilla, de unos cien metros cuadrados, ha sido transformada en salón de actos con capacidad para treinta personas sentadas. Tras una cuidadosa restauración, el espacio mantiene el ábside, lógicamente sin retablo ni altar, su altura original, el coro de madera y hasta los lugares donde, en la entrada, estaban en su día las pilas del agua bendita.

La ermita da, además, nombre a la calle que pasa por un lateral de la misma. De hecho durante mucho tiempo era el número 1 de dicho vial, pero ahora la dirección postal está en el 62 de la calle Galileo Galilei. También en eso se ha plasmado el cambio de esta ermita de San Antonio, convertida ahora en centro de empresas.

 

Fuente: Rodri García| La Voz de Galicia
Foto: Manuel Rodríguez