El otro claustro. San Pelayo: ensayo de canto

Considere todos los objetos y bienes del monasterio como si fueran los vasos sagrados del altar. Nada estime en poco. No se dé a la avaricia ni sea pródigo o malgaste el patrimonio del monasterio. Proceda en todo con discreción y conforme a las disposiciones del abad. Sea, ante todo, humilde, y, cuando no tenga lo que le piden, dé, al menos, una buena palabra por respuesta, porque escrito está: «Una buena palabra vale más que el mejor regalo».

(REGLA de san BENITO capítulo XIX: Cómo ha de ser el mayordomo del monasterio, 10-14)

8:30-9:00: ensayo de canto.

Lo que se ama se prepara, se cuida, se mima. Cantamos para el Amado. Él nos da unos dones y hemos de desarrollarlos. Nuestro apostolado es celebrar a Jesucristo pues… ¡Intentar que no salga desafinado! Uhm, ascesis también… entrenamiento…

Pero este canto no se agota con la celebración, debe irradiar en la vida. Cantamos con nuestra vida. Y esta “armonía” la reflejamos en el modo de tratar a las personas y a las cosas. San Benito nos pide que cuidemos todos los objetos del monasterio como si fueran vasos sagrados del altar (RB 31), que adoremos a Cristo en la persona de los que llegan (RB 53). Esta es la única vez que en la Santa Regla nos aparece el verbo “adorar”, ¿significativo, no?