Mi hijo no es responsable, no estudia lo suficiente, no ordena su habitación, no se comunica, no colabora en las tareas de casa…” No, no, no… ¿Y si pruebas a dedicarle tiempo, escucharlo, comprender lo que dice -aunque te parezca una burrada-, reconocerle lo que hace bien? Más que actitud prepotente, necesita un modelo.
La familia es el ámbito de la socialización primaria, porque es el primer lugar donde se aprende a colocarse frente al otro, a escuchar, a compartir, a soportar, a respetar, a ayudar, a convivir (Francisco, La alegría del Evangelio, 276)
Dije a Pedro en presencia de todos: Si tú, que eres judío, y vives al modo pagano y no al judío, ¿cómo obligas a los paganos a vivir como los judíos? (Gal. 2,14)