II Lunes de Adviento

Introducción

La esperanza se sostiene con la belleza y con las buenas formas. Los detalles en las relaciones humanas suavizan la convivencia. Cuando una casa mantiene el orden, la limpieza y el calor de hogar se hace acogedora.

Las lecturas de este tiempo nos invitan a entrar en el recinto sagrado, en la comunión eclesial, en el santuario. No solo en el templo material, sino sobre todo dentro de nosotros mismos.

Si la creación es revestida de tanta belleza, ¿qué es el hombre para que Dios se enamore de él y se haga uno de nosotros?

Texto bíblico

“Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios” (Is 35, 2).

Texto místico

“Cuando tú me mirabas,/ su gracia en mí tus ojos imprimían:/ por eso me adamabas,/ y en eso merecían/ los míos adorar lo que en ti vían.

No quieras despreciarme,/ que, si color moreno en mí hallaste,/ ya bien puedes mirarme/ después que me miraste,/ que gracia y hermosura en mí dejaste” (san Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 32-33).

Texto pontificio

El Señor podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada por su Padre, e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino: « Levantad los ojos y mirad los campos, que ya están listos para la cosecha » ( Jn 4,35) (Francisco, LS 97).

El cedro

“¡Qué bella eres, amada mía, | qué bella eres! | ¡Palomas son tus ojos! ¡Qué bello eres, amado mío, | cuán delicioso! | ¡Y nuestro lecho es frondoso! El techado de nuestra casa es de cedro, | y nuestro artesonado, de enebro” (Cant 1, 15-16).

“El cedro es el árbol más citado en la Biblia por su porte, belleza, estatura, ramaje y utilidad de su madera” (JOSÉ JAVIER NOCALÁS, La vegetación en la Biblia, Ministerio de Medio Ambiente, 47).

¿Te sientes amado de Dios?

Ángel Moreno Buenafuente