José López Calo: Un sonense enamorado de la música barroca

  • El Concello de Porto do Son ha decidido concederle al sacerdote la medalla de oro del municipio

Guarda como un tesoro su primer recuerdo de niño, que tiene que ver con la parroquia sonense de Nebra y con la música, que luego se convertiría en el gran motor de su vida. «Era de noche y mi madre estaba sentada en el alféizar de la ventana conmigo en brazos. Estaba cantando mientras mirábamos la ría de Noia con la luna rilando en el mar». Han pasado más de nueve décadas desde entonces, y el padre José López Calo (Porto do Son, 1922) sigue repitiendo que nació «en el valle más bonito del mundo».

Y lo asegura con conocimiento de causa, ya que él puede presumir de que ha sido un viajero incansable, ya fuera participando en misiones jesuitas, por motivos de trabajo o de placer. «Me he recorrido el mundo entero, desde el polo Norte y el Círculo Polar Ártico hasta Australia, Japón, África, el bosque amazónico, el monte Tical…». De todos los lugares que ha visitado, se queda con uno que fue el que más le impresionó: el viaje por el río Nilo, con las cataratas y el templo de Abu Simbel. Fue allí donde nuevamente volvió a recordar su infancia.

«Cuando estaba delante del templo, me puse a llorar como un tonto, porque cuando tenía 9 años mi padre me empezó a leer el libro de las Mil y una noches. Esa noche me cogí un farol, me subí a la escuela donde mi padre daba clase, y me lo leí entero. Desde aquel día identifiqué ese libro con Egipto, y cuando por fin lo conocí, me emocioné».

Pero estas solo son algunas de las miles de anécdotas que José López Calo ha ido atesorando a lo largo de una intensa vida, que siempre estuvo marcada por su sed de conocimiento. «Siempre me gustó aprender y aún a día de hoy soy una persona insaciable de saber», confiesa. De hecho, tras estudiar en el seminario de Santiago y en la Compañía de Jesús, se licenció en Filosofía y en Teología en Comillas y Granada, respectivamente, un currículo al que luego añadió el título de doctor en Filosofía y Letras y en Musicología. Uno de sus cargos más importantes fue como secretario general de la Sociedad Internacional de Música Sacra y asesor musical de Radio Vaticana, un puesto que compaginó con el de profesor de Musicología y vicerrector en el Pontificio Instituto de Música Sacra de Roma, y que le permitió conocer a varios papas.

De vuelta a Galicia, se incorporó a la cátedra de Historia de la Música de la Universidade de Santiago, donde permanecería hasta su jubilación. Paralelamente, fue creando una de las mayores bibliotecas musicales del mundo, «ocupaba cinco salas enteras, y cuando me jubilé decidí donarla a la Universidad de Comillas». Allí han reservado un lugar muy especial -«las tienen en una sala con cerradura electrónica»- para las 1.300 libretas que López Calo y su hermana María Teresa fueron escribiendo con toda la documentación musical que descubrieron recorriendo las catedrales de toda España. «Durante más de sesenta años fuimos ella y yo por todos esos templos. Fuimos muy felices», reconoce, al mismo tiempo que vuelve a echar la vista atrás para marcar el punto exacto en que descubrió la música barroca, su gran pasión.

«Después de ordenarme sacerdote en Granada, me puse a trabajar en la catedral de Santiago para archivar la música del siglo XVII, que me era totalmente desconocida, no entendía nada. Tardé semanas en descifrar la música barroca, pero luego ya no la dejé. Llegué a publicar con la Xunta 11 volúmenes de los gruesos de partituras», apunta.

Lector empedernido

Tras todo este intenso trabajo, López Calo cree que ha llegado el momento de descansar, y desde hace años vive retirado en Salamanca, donde dedica gran parte del día a leer todo tipo de libros, aunque siempre guarda unos minutos para sumergirse en El Quijote y repasar sus andanzas.

La noticia de que le habían concedido la medalla de oro de Porto do Son «fue una intensa alegría. Sentimentalmente significa mucho, porque es algo que me une más si cabe a mi tierra». Mientras está a la espera de que le llegue la notificación oficial, ya tiene un viaje planeado para volver a tierras gallegas, donde hace años construyó con sus dos hermanos una casa en Cabanas. «Galicia es el paraíso, es mi mayor felicidad regresar allí y poder mirar todos los días el mar».

Formación. Licenciado en Filosofía y Teología, es doctor en Filosofía y Letras y en Musicología, y profesor emérito de la Historia de la Música.

Premios. Recibió la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, el Premio das Letras e Artes de Galicia y el Fernández-Latorre.

 

Fuente: Ana Loremzo | La Voz de Galicia
Foto: Sandra Alonso