La oración del cristiano

La 1ª lectura de la Misa de hoy, está tomada del libro del Éxodo, y refiere la batalla entre Amalec e Israel. Sucede que, cuando Moisés se encuentra en actitud orante. el resultado de la batalla se inclinaba del lado de Israel, mientras que, si Moisés no oraba, prevalecía Amalec. La postura del orante era la de estar en pie con los brazos alzados y extendidos: de ahí que, buscando la victoria, Aarón y Jur pasaron a sostenerle los brazos de Moisés, hasta que venció Israel.

San Pablo sugiere a Timoteo acoger las enseñanzas que había recibido de niño. Tiene en cuenta, más que nada, las Sagradas Escrituras, que conoce desde entonces. Le estimula a no olvidar que la Sagrada Escritura ha sido inspirada por Dios, y le indica que es útil, tanto para enseñar, como para argüir, corregir y educar en la justicia. Por medio de ella, nos dejaremos conformar por esa palabra, en orden a estar preparados para toda obra buena. De ahí que le anime a proclamarla también él, incluso con insistencia, pues eso sirve para el bien de todo el pueblo.

El Evangelio de hoy nos exhorta a orar sin intermisión. Para ello presenta una parábola de Jesús. Se trataba de un juez inicuo, que no quería asentir a las presiones de una pobre viuda. Al fin, como ella no dejaba de solicitar que se le hiciera justicia, el juez trató el asunto y le dio la razón. Jesús concluye que, si el juez le reconoció su razón, merced a la insistencia de la viuda, a pesar de ser inicuo aquel juez, el Señor, que es bueno, tendrá mucha más consideración con los que lo invocan día y noche.

José Fernández Lago