Momento Blanco en Cope: Diario de un peregrino. Trans-parente

Querido diario: me mojo mucho. Al hablar, no tanto, como tú me has aconsejado: “ver, oír y caminar…” Pero la lluvia sigue protagonista en mi peregrinación. En la última parada se propició uno de esos momentos de divertido “encuentro” cultural: un paisano comenzaba a disertar sobre las peculiaridades del antiguo presidente de Estados Unidos; a su lado, un chico le interrumpía: “No, no. No me refiero a Trump. Le he dicho que soy “trans”; hace poco que soy un chico.”

El paisano, como seguro de haber encontrado una solución al desconcierto, entró ágil en su casa y sacó una botellita de vino con unas tazas. A pocos metros, su esposa le seguía con un plato de jamón y queso, como para mitigar el “caprichito” de su marido. ¡Ay, Señor, qué maravilla de anfitriones por el Camino! El muchacho disfrutaba del momento, al igual que nosotros.

En su sinceridad, nos comentaba que había sufrido mucho pero que, ahora, la nueva propuesta de ley le desagradaba profundamente: no me gusta que se fomenten los cambios físicos “irreversibles” en los menores, ni el “barullo” que se vislumbra en el deporte: “el deporte femenino lleva años luchando por consolidarse y después, ¿qué? ¿Dónde nos colocan a los “trans”?” Los tragos del tinto ayudaban a digerir aquella complejidad.

La capacidad “sincerante” del Camino, asombra. Ofrece un cómodo contexto para escuchar con calma un desahogo. La naturaleza humana me esnafró contra la cruda realidad poco después: al descalzarme junto a un muro se acercó un chaval haciendo gestos con grandes aspavientos. “Mmm!! ¡Mmmhh! Hacía señas con las manos sin poder abrir la boca. “No le haga caso”, explicaron dos amigos que le seguían: “Una gracia del Tato: dice que va preparao a la farmacia, para hacer las pruebas-covid de saliva.”

Manuel Á. Blanco