Momento Blanco en Cope: el dilema

Cuando le preguntaron a la presidenta del Partido Animalista si la experimentación de nuevos fármacos se debe realizar antes con animales que con humanos, la respuesta dio la vuelta al mundo: “bueno, el eterno dilema de tu madre o tu perro…” Nuestra sociedad ha cambiado la conjunción integradora “y” por la disyuntiva “o”: izquierdas “o” derechas; hombres “o” mujeres; creyentes “o” ateos. En los extremos no hay trasvase.

Los cristianos experimentamos continuos dilemas. No sólo en el asalto de las tentaciones (hacer caso al “angelito” o al “demonio”). La fe compromete y por eso resulta incómodo comprobar que: creemos pero no vamos a Misa; nos casamos con amor eterno y luego nos divorciamos; rezamos mejor cuando “truena”; organizamos la de “san Quintín” para la Primera y “última” Comunión; etc., etc. Dios cuenta con la debilidad humana y con la lucha.

Entre santos y pecadores existe una amplia gama de colores. Ni laxitud total ni rigorismo. Mirar desde el punto de vista contrario no significa renunciar a las convicciones razonables que amamos. Un ejemplo de inclusión sana lo mostró aquel paisano que cuidaba vacas. El turista le pregunta: “¿Dan mucha leche estas vacas?” “Las blancas o las negras”, respondió. “Mmm, las blancas”. “20 litros al día.” “¿Y las negras?” “También” “¿Por qué divide la respuesta en dos? ¡es la misma!” “Hombre, es que las vacas blancas son mías.” “¡Ahhh! ¿Y las negras?” “Las negras también”.

Caben todos: madre y perro. Adorable y tierna la señora mayor paseando su “Lulú”.

Manuel Ángel Blanco
(Cope, 3 de mayo 2019)