Monseñor Barrio predicó un retiro en la Catedral sobre el sentido de la Cuaresma

El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, predicó ayer un retiro, previo al inicio de la Cuaresma, en la Capilla del Santísimo de la catedral santiaguesa. En la meditación, el arzobispo se preguntó qué compromiso debemos adoptar cada uno de nosotros ante el comienzo de este tiempo litúrgico. Lo importante, dijo, es preguntar a Cristo “qué quieres que yo haga” y mirar la realidad de la vida de cada uno “desde Dios”.

Monseñor Barrio comentó que una de las tentaciones que se nos presenta es, como  a Adán y Eva, “querer ser como Dios”, lo que nos lleva a prescindir de Él y a pensar que la historia empieza y acaba con nosotros. “La campana de la Cuaresma toca”, dijo monseñor Barrio, para que sepamos acompasar nuestro paso a la misericordia de Dios. Siempre tenemos que mirarnos “desde la misericordia de Dios”, aseguró D. Julián, quien apostó por la oración como “el presente para agradecer el pasado”.

En su reflexión, el arzobispo compostelano recordó a los asistentes que conversión y misión están íntimamente unidas, como gracia y regalo de Dios, tras el trabajo personal de “despojarnos de nosotros mismos, de nuestro yo”.

Monseñor Barrio indicó que es necesario pedir “fe y acogerla”, porque la falta de fe nos puede llevar a la cobardía o a la temeridad. El arzobispo pidió a los presentes que agradeciesen el don de la fe de “nuestros padres” y abogó por tener, a pesar de las dificultades del momento, una visión esperanzada. “La conciencia de derrota”, apuntó el arzobispo, es la consecuencia de una fe debilitada que se manifiesta en el  pesimismo.

D. Julián aludió, además, a que la misión de todo cristiano no se entiende sin la referencia a la cruz, sin el sufrimiento, como signo de purificación y de plena confianza en Dios, para confesar, como Pedro: “Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero”.