Mozambique y Combo Joven: Cruce de caminos. Una inolvidable experiencia misionera

“A veces sentimos que lo que hacemos es solo una gota en el mar, pero el mar sería menos mar, si le faltara una gota”. A esta frase de la Madre Teresa de Calcuta se ha acogido con manos prestas y corazón de par en par el Grupo “Combo Joven” en un encuentro de fe y esperanza y, sobre todo, de hermandad, con Mozambique y su maravillosa gente.

Durante 20 días, una docena de jóvenes llegados de toda España ha compartido tareas y cánticos con la comunidad cristiana de San Francisco Javier en el barrio de Benéfica, el cinturón entusiasta y pobre de la capital mozambiqueña, Maputo. Coordinando la expedición, los misioneros Daniel Villaverde y Marisela de los Santos, con el padre Juan Sánchez de magnífico anfitrión. Jóvenes que ahora reposan y valoran con sus familias y sus amigos una experiencia única, inimaginable pese a que durante meses se preparó con fervoroso esmero y, también, una experiencia inigualable porque llega en un momento clave en sus vidas.

Sin olvidar el encuentro de fe con cristianos que viven y se sienten entusiastas de la semilla comboniana, estos jóvenes han ayudado a la comunidad “nucleada” en torno a la Iglesia, a construir salones parroquiales, han adecentado junto a los lugareños acequias estancadas y focos de infección o han compartido talleres educativos con los niños, sin olvidar el contacto con los más desfavorecidos, visitando y arropando a los enfermos en sus viviendas.

“África no se visita, se vive y se siente”, subraya, desde su experiencia personal el gallego Lorenzo Costas (19 años) que este curso comienza en Madrid el 2º año de  Filosofía. La profesora granadina de Educación Artística, Ana Tejada, (26 años) no tiene duda alguna: “Mozambique me ha ayudado a descubrir y redescubrirme, haciendo que me replantee el modo de relacionarme con los demás y cómo vivir la fe en el día a día”.

Tres semanas de convivencia extraordinaria entre la expedición con la religiosa sudanesa Santa Bakhita siempre presente, no dejan opción a la duda y cual hierro incandescente marca para el resto de sus días a los jóvenes. “Me siento llena de alegría, con las pilas cargadas. Hemos visto una realidad totalmente diferente a la nuestra y nos han enseñado, y mucho. La experiencia ha sido inolvidable para cada uno de nosotros. Hemos aprendido, reído, llorado, sufrido, soñado, sí, soñado con saber vivir así, como ellos, que aun faltándoles de todo, no carecen de nada”.  Quien así de feliz se siente es Yayo Revilla (20 años) una toledana que empieza ahora 3º de Medicina en Madrid. Para el granadino y futuro historiador Juanjo García (18 años) la lección de Mozambique es clara y rotunda: “Seguir hacia adelante sin importar el dolor, con garra; una refrescante ducha de vida en un secarral donde no para de dar el sol, pero donde siempre hay cobijo para el corazón”.

El Grupo Combo Joven llevaba tiempo preparando este largo viaje y, cuidando hasta el más mínimo detalle y solventado con rapidez desde la sede central de Arturo Soria, en Madrid, todos y cada uno de los pasos burocráticos en la Embajada de Mozambique en España. A la par, el abulense Juan Sánchez, misionero comboniano enamorado del país desde 1994, preparaba y acondicionaba en el barrio de Mahlazine una vieja vivienda para recibir a los expedicionarios. Toda la comunidad del barrio, de nombre Mahlazine, cuenta el Padre Juan, se implicó en estos trabajos, especialmente el “núcleo, Matías Mulumba” y no ha faltado de nada para los hermanos cristianos españoles.

Según el Padre Constantino, nativo mozambiqueño y provincial Comboniano, “la fe en África se vive con devoción y entrega, sin obligaciones, es una entrega entusiasta, todo lo hacen con unas ganas tremendas y lo habréis notado en estos días. Os han recibido con el corazón abierto y dando todo lo que tienen, es una gente maravillosa”. Además de las tareas y los trabajos encomendados por los jefes de la expedición, los misioneros Daniel y Marisela, cada hora, cada minuto, cada segundo ha sido una convivencia personal y grupal con Dios, compartida además con la Eucaristía y la comunión a los enfermos, en las comunidades que giran en torno a la antigua parroquia de San Francisco Javier o en los encuentros con los catequistas de Santa Bakhita. No ha habido reunión pequeña, ni en número de asistentes ni en fervorosa entrega a todos y cada uno de los actos religiosos programados. Muy llamativas las Catequesis.

De  igual forma que el grupo Combo Joven se llevará en los más hondo de su ser el encuentro con las Misioneras Combonianas en su casa de Maputo, en uno de los barrios más peligrosos de la capital mozambiqueña. Allí escuchamos sin perder detalle el relato pormenorizado y lleno de fantásticas historias de fe de la hermana Angelina, una religiosa italiana a quien asaltó la revolución y la independencia allá por 1975, con sus consecuencias nada beneficiosas para los creyentes. La acompañaban la hermana Fabiola, una sudamericana enamorada de Mozambique y su gente y Estrella, una laica canaria que se desvive por ayudar en África. La tarde imborrable para la memoria concluyó con una misa oficiada por el padre Daniel Villaverde, tan improvisada como rica para el alma de los presentes.

“De Mozambique nos traemos mucho más de lo que podría caber en cualquier maleta”, responde sin pensárselo Lorenzo Costas a la pregunta de qué ha supuesto el viaje para Combo Joven. “Ha sido muy enriquecedor, una experiencia superadora que no sólo nos ha unido más sino que también nos da fuerzas para seguir trabajando individualmente sintiéndonos respaldados por esta familia”, así lo cree Ana Tejada.      Juanjo García, por su parte, va más allá, habla de  seguir en la senda de la conquista de la utopía y agradece, especialmente, “la gran labor de los representantes combonianos”. No se cansa tampoco Yayo Revilla de pronunciar la palabra “obrigada” (gracias en portugués, ‘kalimambo’ en el idioma de la tribu Ronga): “Hemos experimentado –asegura nada más aterrizar del avión– la calma, la paz, saber apreciar lo bonito en cada cosa del día a día. Mozambique nos ha dejado gente maravillosa en el camino. Nos llevamos nuevas amistades, nuevas aventuras, nuevas formas de vivir la fe, nuevas ilusiones, nuevos sueños. Siempre le estaré agradecida a todos los que han hecho posible este viaje, a los que me han acompañado en la misión y a Mozambique y su gente por enseñarnos tanto. “Estamos xuntos… Obrigada”.

Cada momento del viaje del Grupo “Combo Joven” al sureste de África estuvo salpicado de hermandad cristiana, pero quizá la mejor prueba del feliz encuentro de fe y entrega a Dios, entre hermanos negros y hermanos blancos, sucedió el Domingo, 29,ya cercano al regreso, con la triple eucaristía a la que asistieron sus miembros, repartidos, en las comunidades/capillas de San Juan de Dios, San Francisco de Asís y Santa Bakhita, adscritas a la Parroquia de San Francisco Javier y el posterior encuentro en el barrio de Mahlazine con los “núcleos” de la capilla dedicad a la Santa sudanesa. Junto a la nueva Iglesia, con mayor capacidad que se está construyendo, bloque a bloque, gracias a la aportación de todos, y a la sombra de los enormes árboles de mango, las misas dieron paso al encuentro y fusión de culturas, con gastronomía, música y bailes en un gozoso ambiente cristiano. Mozambique y Combo Joven han unido sus destinos, en un cruce de caminos preñado de fe, de alegría, de esperanza.

 

 

Este artículo es fruto de una deferencia hacia Pastoral Santiago por parte de los Misioneros Combonianos y el autor. Posteriormente será publicado un artículo con esta experiencia en la prestigiosa revista Mundo Negro