Panorámica de Jerusalén y el fruto del sacrificio por amor

Desde el santuario del “Dominus flevit” (Jesús lloró), se contempla una panorámica de Jerusalén. Junto a la cúpula dorada de los musulmanes, pueden distinguirse las bóvedas de la Basílica del Santo Sepulcro. La Jerusalén terrena se alza como símbolo de la celestial. Al contemplarla, las lágrimas brotaron en Jesús, mirando a la ciudad, porque no lo recibía. Tal situación evoca en nosotros el sufrimiento, las lágrimas de la vida, haciendo ver que son fructíferas: caen en tierra para obtener el fruto de la vida celestial.

Fray Paco