A finales del siglo XX surgía en barrio de Os Rosales en la ciudad de A Coruña. Se ubica en el extremo noroeste de la ciudad, al pie del monte de San Pedro. Por la configuración de sus edificios y la disposición de rotondas y zonas verdes, su forma desde el aire imita a la de una rosa. La mayoría de la población es joven. Matrimonios recién casados o para casarse. Nacen muchos niños y también se han trasladado abuelos para estar cerca de sus hijos. Hipotecas. Funcionarios y trabajadores de empresas con origen fuera de Galicia. Inmigrantes, sobre todo de Hispanoamérica. Es un barrio busca su identidad. La parroquia late con efervescencia, como un corazón adolescente en busca de sueños e ilusiones. Hoy sus feligreses rezan de un modo especial por todos los diocesanos. Su comunión es fuerza para la Iglesia.
Algunos signos de vida parroquial durante el tiempo de coronavirus:
– Una de las grandes tareas que no se ha detenido es la Catequesis. Unos 70 jóvenes participan en la variada oferta parroquial. El equipo de catequistas ha mantenido contacto personal con los integrantes de sus grupos y ha enviado materiales formativos. Los más pequeños (1º de Primaria) están vinculados a la pastoral parroquial con “Catequesis en casa”, con la colaboración más específica de los padres. Junto a ellos, la preparación de Primera Comunión, la Actividad de postcomunión “5+1”, la preparación de Confirmación, el grupo de alumnos del Calvo Sotelo y la Catequesis de Adultos. Todo ello con el trabajo de 12 catequistas implicados.
– Cáritas: el trabajo de atención primaria de Cáritas parroquial no se ha detenido. Se ayuda a 73 familias (220 personas) y se compagina la labor asistencial local, con la del Economato ubicado en el cercano barrio de Labañou. Las necesidades básicas se centran en los productos de alimentación y los farmacéuticos. El voluntariado de Cáritas parroquial “estira” su labor solidaria, además, en otras entidades benéficas próximas como “Padre Rubinos”.
