Peregrinando por la Diócesis: Divino Salvador de Erbecedo

En un recóndito lugar, defendido de los vientos del sur, donde florecían y se multiplicaban los albedros (érbedos, en gallego; madroño, en castellano), tuvo su primer y largo aposento la iglesia y camposanto de la feligresía hoy conocida como Erbecedo.

La población que atiende esta iglesia va concentrándose en el sur, de mejor clima y buenas tierras de labor. Habrá entre otras aldeas, una protagonista, conocida como Silván y, popularmente, éste es el nombre que suele darse a esta parroquia.

Pocos datos tenemos de la antigüedad. En el siglo XVI, Juan Martínez, párroco, se va interno al priorato de Seavia. Llegará a ser un triste abad allí: Pero su gesto motivó la unión canónica de ambas parroquias, Seavia y Erbecedo. La ratificó el arzobispo  Gaspar de Zúñiga (1.559-1.669). Unión “igualmente principal” (en lenguaje canónico) pues ambas conservaron su pila bautismal.

De resulta ya que ambas feligresías tendrán una vida y gestión común.

En 1.791 se derrumbó la iglesia de Erbecedo. Como el monasterio de S. Paio y el cabildo de Santiago percibían por mitad las rentas del beneficio, ambos sufragarán así la reconstrucción. Los vecinos harán los transportes. hace el plano para la obra Manuel Caeiro. El maestro de obras fue Gregorio da Pena, de Arcos-Cuntis. Coste de la obra 6.000 reales. Se inauguró en 1.792.

El 4-XI- 1.865 el cardenal García Cuesta gira la  visita pastoral y dispone que la iglesia sea trasladada a un lugar más accesible para toda la feligresía. Se oponen los vecinos de Cereixa y Abelenda porque tendrían la iglesia más lejana. Resultarán favorecidos por el cambio el 70% de la comunidad parroquial. Cede gustosamente en Silván el solar requerido, don Ramón Castro Añón, de A Coruña. Quedará emplazada la nueva iglesia muy cerca de la capilla del Sto Ángel. La clausura de la vieja iglesia tuvo momentos dramáticos por la queja de las aldeas próximas.

En 1.871, con la iglesia ya en Silván, un robo hizo desaparecer todos los enseres de valor que había. De este desfalco, todavía hoy está afectada la parroquia. Se aprovecharon materiales y retablos, espadaña y fachada procedentes de la iglesia anterior. Arte popular, en ambos casos. Esta obra costó 8.590 reales. El maestro cantero fue José Touceda, de Traba, y el carpintero Joaquín Espasandin, de Seavia. Pintó el retablo e imágenes el pintor de Santiago Andrés Candama. Todos los gastos que hubo tras la Exclaustración (1.835) y la Desamortización (1.836) corrieron a cargo de los fondos de fábrica parroquial y los donativos de los feligreses.

En lo sucesivo, los vecinos de Abelenda acudirán para sus deberes dominicales, a la capilla de Salgueiras, que les cae más cerca, aunque sea de Seavia.

En el solar de la vieja parroquial, allá por 1.943, el párroco Rodríguez Carballo promoverá la construcción de una capilla que se dedicará a la Virgen de los Milagros.

La comunidad parroquial de Erbecedo contará ahora con la Misa diaria, no ya en la ermita del Sto Ángel, sino en la iglesia parroquial. En torno a la misma estará el espacio dedicado a Camposanto.

Pero la vida de Erbecedo no se entenderá sin tener presente la Fundación del Santo Ángel por D. Pablo Ángel Aldao y Breijo.

Pertenecía a familia que tenía su sede en la vecina parroquia de Ardaña pero sus bienes se encontraban, entre otros, en la aldea de Silván. El abuelo de D. Pablo fundara la ermita dedicada al  Santo Ángel, en el año 1.649.La sucesión familiar hizo que esta ermita y terreno contiguo pasara a propiedad de los Arias de A Coruña.

El joven Pablo Ángel fue colegial de Fonseca en Santiago, canónigo magistral en la colegiata de A Coruña, catedrático de Teología en la U.S.C., vicerrector del colegio de S. Jerónimo. Falleció en Santiago el año 1.727. Recibió sepultura en la capilla de la V.O.T., pues era terciario franciscano.

Dejó todos sus bienes para que doce niños de la aldea de Silván, pudieran tener escuela. Si no hubiese tantos niños en Silván, podrían acudir niños de otras aldeas de la parroquia. Si atendida esta intención sobrasen se dedicarían para que un sacerdote celebrase misa por el fundador en la capilla del Sto. Ángel y también atendiese el confesonario.

Suponemos que el número doce fijado por el fundador estaría sugerido por la fundación de Fonseca III que estableciera ese mismo número para los colegiados, donde D. Pablo fuera alumno. Con el tiempo, a comienzos del siglo XIX, el naciente Seminario Conciliar de Santiago también dispondrá becas, en número de doce, para los alumnos.

Ya no quedan en Erbecedo alumnos que fueran a la escuela de la fundación, pero mientras no hubo escuela pública, ese fue el único medio de formación para los naturales.

La voluntad del Sr. Aldao y Breijo tropieza, en sus comienzos con graves dificultades. La una, que, siendo el hijo único del primer matrimonio de su padre, no estaba hecha la partición de bienes con sus hermanastros. La otra, era que las propiedades venían arrendadas desde hacía tiempo. ¿Cómo reconocerlas? No todos los llevadores facilitaron esta identificación. Hubo un largo y doloroso pleito. Defendía la voluntad de D. Pablo un familiar suyo, D. Cayetano, que fuera párroco en el arciprestazgo de Vea. Falleció en Erbecedo en 1.740. Al fin, consiguió hacer un catálogo de bienes que constituían la fundación y el dejó ya en funcionamiento.

Para maestro de la escuela se elegía el hombre de la parroquia que tuviese mayores conocimientos. El capellán lo nombraba el párroco de Seavia. Las propiedades estaban en Silván, pero también las había en Arabexo – Dubra que, aforadas éstas, fueron redimidas allá por 1.946.

En el decurso del tiempo se presentó un grave obstáculo para la fundación. Un capellán, llevado de su buena voluntad para resguardar los bienes ante una posible desamortización, inscribió los mismos, como propios,  en el Registro de la Propiedad. Al fallecer este capellán hereda su sobrina quien defiende la herencia como pertenencia privada. Tuvo que intervenir el cardenal Martín de Herrera con amenaza seria para la pretendida heredera reconociese los bienes y los pusiese en manos del prelado. Luego dejó para la capilla del Sto. Ángel la imagen de la Virgen de la Saleta que trajo su tío y por lo visto era de su propiedad.

Este interés por eludir una desamortización por parte del estado, (con el peligro consiguiente a que viniesen a manos privadas) ocurrió en otros casos, como en el de la Casa del Deán, de Santiago, propiedad de la Catedral; y con fincas del iglesario de Bastavales. Felizmente se superaron ambas situaciones, con notable esfuerzo. (V. Compostellanum e Historia de Bastavales)

El último capellán fue nombrado en 1.948 y falleció en 1.985. Ejercía también como si fuese maestro de la fundación, pero ya en tales fechas no había esa escuela.

Entre los capellanes merecen especial consideración D. Francisco Rodríguez Pérez, fallecido en 1.948. Fue distinguido con la Cruz de Beneficencia de 1ª clase por su entrega al servicio de los compañeros, enfermos y familiares en la gripe de 1.918.

Hoy, la Obra del Santo Ángel no cuenta con capellán. La casa de la fundación ha sido restaurada por las autoridades civiles, como centro social, de acuerdo con el arzobispado. Por 1.950 cediera solar para la Escuela Nacional de A Braña, que hoy sigue beneficiando a la infancia.

La  fundación de D. Pablo sigue favoreciendo a Erbecedo. En 1.983 se inauguró un amplio complejo parroquial en finca de la obra, se vendieron maderas y tierras de la misma, y con la colaboración de la feligresía se alcanzó una mejora muy necesaria. Por canje de terrenos pudo ampliarse el camposanto y en solar de la obra se construyó un depósito de aguas para servir toda la parroquia. Además cedió solar para edificar un centro cívico que costeó el pueblo.

Por su parte, la comunidad del monte de la parroquia, que posee unos 20.000 ferrados al norte de la misma, y los tiene consorciados con Patrimonio Forestal, invirtió grandes sumas para completar la obra del complejo, restaurar la vieja  parroquial así como la ermita del Santo Ángel.

Lamentable es que Erbecedo no cuente con sacerdote allí residente.

    Xosé Pumar Gándara