Solidarios: Comedor Social de los Franciscanos en Pontevedra

El 13 de junio se cumplirán 32 años de su funcionamiento. La aportación a “el pan de los pobres” que realizan los fieles que acuden a la iglesia de san Francisco permite el funcionamiento de este comedor social. Un servicio para los pontevedreses en riesgo de exclusión social que mira con preocupación a la “desescalada”, pues se prevén nuevos usuarios ante el paro que se pronostica.

El Padre Gonzalo ha estado muy activo mientras ha durado el aislamiento domiciliario. Sabe que si él falla, las 130-140 personas que utilizan diariamente el servicio de comedor, tendrían grandes dificultades para encontrar un plato caliente en la ciudad del Lérez. Y peor todavía con las puertas de las casas más cerradas que nunca. El franciscano explica que, durante la pandemia, “la comida se reparte a la puerta del comedor”; así ha tenido que ser para evitar aglomeraciones dentro. El menú básico se compone de un plato caliente y un bocadillo, porque han de llevárselo consigo.

La edad elevada de muchos de los voluntarios ha traído la colaboración de Protección Civil para el reparto. En la cocina se preparan los táperes. En algunas ocasiones cuentan con la ayuda privilegiada del famoso restaurador Pepe Solla (Casa Solla en Poio), que deseaba participar con espíritu solidario. Normalmente cuentan con una cocinera, un ayudante de cocina y 12-15 voluntarios, junto a un franciscano, normalmente, el Padre Gonzalo Diéguez. En el comedor constatan un aumento de usuarios, atribuido al cierre de los colegios, principalmente, que impulsó a familias con escaso recursos a acudir a este lugar.

En la casa diocesana de espiritualidad “Raíña da Paz” (lugar pontevedrés de Matalobos) se alojan unos 30 beneficiarios del comedor social. Se les lleva allí la comida. También al Multiusos de A Xunqueria, habilitado, recientemente, para los más vulnerables. “Se agradece la generosidad de los pontevedreses”, afirma el padre Gonzalo, quien razona que el gasto que ha de llevarse a cabo no es pequeño. Por fortuna, las cadenas de supermercados locales realizan espléndidas donaciones con las que dotar de suministros a esta buena labor.