Vigilia de Oración por un trabajo decente

  • Presidió el acto el arzobispo de Santiago, monseñor Barrio

Con una Vigilia de Oración presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, en la iglesia de las Ánimas, Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela se sumó a la  Jornada Mundial  por el Trabajo Decente. Previamente se celebró en el atrio de la iglesia un acto público en el que se dio lectura a un Manifiesto. Con motivo de esta iniciativa promovida por Naciones Unidas, el prelado compostelano en una Carta Pastoral insistió en que “la carencia de trabajo genera pobreza y disgregación social”.

El Manifiesto

Tras la presentación de una exposición en la que se refleja el trabajo que se lleva a cabo durante todo el año para conseguir las mejores condiciones laborales   para las personas, se procedió a la entrega de pulseras recordatorio de la Jornada.

El director diocesano de Cáritas, José Anuncio Mouriño Rañó, fue el encargado de dar lectura al Manifiesto en el que se insiste en que “las organizaciones que apoyan la Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente – entre ellas Cáritas-constatan que el trabajo decente, que forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es un elemento imprescindible para la justicia social y la cohesión de toda la humanidad.”. En el documento se resalta que “el empleo precario afecta principalmente a las personas más vulnerables, que corren riesgo de discriminación, pobreza y exclusión: personas con capacidad funcional diversa; personas con un origen étnico, religión o creencia minoritaria; personas jóvenes y mujeres”.

Se hace una serie de consideraciones de gran importancia en el momento de precariedad laboral que vivimos:

  • Una remuneración insuficiente para una vida digna
  • Condiciones laborales que dificultan la consecución de un proyecto vital a largo plazo
  • Falta de perspectivas
  • La vulnerabilidad de la persona ante un retroceso en derechos laborales
  • Un entorno laboral que atenta, en muchos casos, contra la salud e integridad del trabajador

Se dice que estos aspectos “son el rostro visible de una economía al servicio del capital, donde la persona es un mero instrumento que sirve y es utilizada en función de los intereses que marca el mercado”.

El Manifiesto finaliza alertando de que “esta concepción, en cuanto no pone a la persona y su dignidad en el centro, es contraria al proyecto del Reino de Dios y no puede ser, en ningún caso, aceptada desde una mirada cristiana de la vida”.

Un trabajo decente

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio durante su intervención en la Vigilia de Oración habló de la precariedad, la temporalidad, los bajos salarios, por lo que es necesario, indicó, que entre todos consigamos un trabajo decente porque, alentó,   el trabajo indecente no respeta la  dignidad de las perdonas

En su escrito incide en que “es responsabilidad de la comunidad cristiana acompañar a las personas que no tienen un trabajo”. Reafirmó los principios fundamentales de la enseñanza social de la Iglesia “como son la dignidad inviolable de la persona humana, el destino universal de los bienes de la creación, la participación de todos en la búsqueda de bien común, la solidaridad”.

En sus últimas palabras habla de que las condiciones difíciles o precarias del trabajo “hacen difíciles y precarias las condiciones de la misma sociedad y de un vivir ordenado según las exigencias del bien común”