XVII Domingo del Tiempo Ordinario, “B”

Este año, los domingos se lee como Evangelio el texto de san Marcos, pero al ser el más corto, 16 capítulos, durante un mes se proclama el discurso del “Pan de Vida” del Evangelio de san Juan (Jn 6).

Desde hoy, se proclama el texto del Cuarto Evangelio, que puede ayudar, a quienes vivimos en el hemisferio norte, a trascender el tiempo de la siega y de la cosecha del cereal.

El hombre del campo suele tener conciencia de que el fruto de la tierra no es solo por su esfuerzo, sino que depende mucho de la meteorología, de la lluvia temprana, de los hielos, de la sequía, del pedrisco, de ahí que, en tantas ocasiones, el labrador creyente sienta la necesidad de ofrecer las primicias, para agradecer a Dios su providencia. Así lo refiere la primera lectura: “Uno de Baal_Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja”.

La ofrenda que hacen al profeta, debiera invitarnos a agradecer a Dios tantos dones como recibimos, y que a veces somos inconscientes del regalo que supone la salud, la amistad, la familia, los bienes…

En las lecturas destaca la referencia al pan, imagen con la que se alude a las necesidades más vitales, sin las que no es posible una vida digna. Jesús al compadecerse de la multitud, y al multiplicar el pan, no solo hace provisión del alimento material, sino que se nos ofrece como respuesta a la necesidad más existencial del ser humano, como es el sentido de la vida. “Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: -“Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.”

Si nos fijamos en la descripción que hace el autor sagrado al comienzo del relato, nos sorprenderemos al contemplar a Jesús, cuando subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Todos los movimientos tienen sentido teológico, y al describir que Jesús se sentó sobre el monte, en el contexto de la multiplicación de panes, cabe anticipar la secuencia de la Última Cena, cuando el mismo evangelista señala: “Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena”. Si unimos ambos movimientos, cabe interpretar el texto de san Juan, en relación con la noche del lavatorio de los pies, momento de la fracción del pan y de la institución de la Eucaristía.

Tanto el texto del profeta, –“Dáselos a la gente, que coman”, como el Evangelio -“Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados”-, está el gesto de repartir el pan, llamada a compartir los dones, que en tiempo de verano cabe practicar la hospitalidad de muchas formas.

Ángel Moreno Buenafuente