XXV Domingo del Tiempo Ordinario “A”

Texto Evangélico

“Id también vosotros a mi viña.”

Texto profético

Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca.”

Texto sálmico

Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.”

Texto patrístico

“En lo que pecaba yo entonces era en buscar en mí mismo y en las demás criaturas, no en Él, los deleites, grandezas y verdades, por lo que caía luego en dolores, confusiones y errores” (San Agustín).

Señor, si no estás aquí, ¿dónde te buscaré estando ausente? Si estás por doquier, ¿cómo no descubro tu presencia? Cierto es que habitas en una claridad inaccesible, pero ¿dónde se halla esa inaccesible claridad? ¿Quién me conducirá hasta allí para verte en ella? Y luego, ¿con qué señales, bajo qué rasgos te buscaré? Nunca jamás te vi, Señor, Dios mío; no conozco tu rostro… Enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca, porque no puedo ir en tu busca a menos que Tú me enseñes, y no puedo encontrarte si Tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, te desearé buscando, amando te hallaré, y encontrándote te amaré (San Anselmo).

Texto místico

Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas, ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras.  Oh bosques y espesuras, plantadas por mano del Amado, oh prado de verduras, de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado” (San Juan de la Cruz).

Consideración      

La actitud que nos corresponde es la de estar atentos al posible paso del Señor, porque, como sucede en la parábola, Él puede pasar para invitarnos a trabajar en su viña.

El discípulo se define como aquel que busca a su maestro. El creyente busca a Dios y permanece abierto para percibir todas las señales y signos en los que cabe percibir la presencia divina.

Hay circunstancias más propicias que facilitan la atención y la sensibilidad, pero sobre todo es la voluntad de Jesús de salir a nuestro encuentro lo que nos da la mayor confianza en que lo encontraremos.

Ángel Moreno Buenafuente