🎤 Diario de un peregrino: espías

Querido diario: los espías andan sueltos. Queremos saber todo de los demás. Al mismo tiempo, cada vez tenemos menos idea de nosotros mismos. Para conocernos bien, necesitamos ver desde Dios; Él nos presta sus ojos, su sabiduría. Pero el conocer quiénes somos realmente, ha llegado a carecer de importancia. Incomoda. No dejamos que nos digan las cosas, sobre todo las que nos definen como vulnerables. Temblamos al intuir la tarea que nos toca.

La confesión, por ejemplo, se ha convertido en un lugar del que escapar como alma que lleva el diablo; porque se necesita el valor de cuestionarse, arrepentirse, reconducir el rumbo y ejercitarse en una vida nueva. El Papa ha recordado a los jóvenes que no prescindan de los mayores; que les escuchen, que no “rayan”; al prestarles atención, rejuvenecen y brota el testigo, el centinela, la experiencia y la sensatez. Novedoso espionaje.

Existe un tipo de investigación encantadora, que justifica las pesquisas: las sorpresas del cariño. Un alma agradecida prepara un homenaje, por ejemplo: averigua fechas de cumpleaños, gustos personales, lugares preferidos, amigos y parientes relacionados… Se busca un regalo, se “conspira” con más gente, se piensan unas palabras, se pregunta para conocer mejor y acertar… Pensar en los demás construye el mejor “amor-espía”.

El mundo vigila por carencias y complejos; por control y por dinero. “La información es poder”, se dice. Nadie sabe más que Dios y, sin embargo Él no usa su conocer como amenaza. Sabe liderar sugiriendo, con propuestas, como un buen padre que, sin violencia, ayuda, acompaña y entusiasma.

Manuel Á. Blanco