Aceptar la humanidad del otro

Este verano un obispo español ha presentado su renuncia como administrador apostólico por motivos personales. En el mes de diciembre otro obispo francés ha renunciado igualmente por motivos personales.

Después de aceptar la segunda de estas renuncias el Papa dijo unas palabras muy clarificadoras. No ha sido el pecado cometido sino poner a la persona en el ara de la hipocresía impidiéndole disponer de autoridad para desempeñar el cargo lo que ha hecho necesario aceptar la renuncia.

Más próximo en el tiempo, este mes de enero el Papa salió del Vaticano a visitar unos amigos en Roma que habían realizado cambios en su establecimiento comercial, a la salida fue fotografiado, grabado y expuesto a la opinión pública. Personas que  en muchos casos se dedicaron a preguntarse qué clase de música le gustaría al Santo Padre. La presión fue tal que las amistades del Santo Padre tuvieron que cerrar el local de negocio para evitar contestar a los curiosos.

El Papa en numerosas ocasiones ha pedido que se eviten los chismorreos. Los comunicadores que la Iglesia dispone para la difusión de su mensaje, sin embargo, en no pocas ocasiones dedican sus esfuerzos a clarificar este tipo de informaciones normalmente tan faltas de interés.

Dejando de un lado el pecado o los pecados, el ser humano es un ser social que necesita al otro, los ángeles están en el cielo y seguro que también son sociales…. Si hasta para rezar hacen falta dos o más nos dicen el Evangelio y el Antiguo Testamento (Ana la madre de Samuel necesitó que se uniera a su oración Elí, Tobit necesitó que su oración coincidiera con la de su futura nuera…) y sin embargo, es necesario recordar una y otra vez que no es bueno que la persona se aísle, que las personas que formamos la Iglesia para ser perfectas necesitamos una comunidad…y a veces un disco o una visita a unos viejos amigos y ese tiempo también es santo porque alegra y une.

Majolu