Acompañados: Reconciliación

Todos los seres humanos necesitamos despertar la voluntad de perdón y entendimiento para cada día en las múltiples direcciones en que caminamos constantemente hacia el encuentro con los otros.  Es muy importante mantener a raya el orgullo, el rencor y la desconfianza para resolver relaciones rotas, muchas veces para dejarlas ir porque no nos aportan lo bueno; para conciliar ideas enfrentadas; para reparar sentimientos dañados… Se trata de todo un viaje espiritual, silencioso, hasta el umbral de la propia puerta, de la puerta del otro y de la puerta de Dios.  La reconciliación se produce a medida que se rebaja la intensidad del ego y se mira al otro sin temerlo por sus diferencias, por su diversidad igualmente digna que la mía. La reconciliación definitiva a veces, tarda, hasta ser capaz de ver todo de otra manera; dando la importancia justa a las cosas extraordinarias y viviendo lo ordinario como lo más importante que me acontece cada día.  Es entonces cuando se reconcilia el corazón porque se siente libre y capaz de nuevo.  La disciplina del aislamiento doméstico de estos días, da claves que, en la realidad de lo cotidiano, aportan una inmensa dosis de libertad interior.

Padre Roberto