La vida en la “celda” del hogar, en época de coronavirus, nos hace desarrollar un potencial de habilidades para acometer la tarea diaria, orientarnos hacia metas con objetivos pequeños para cortos plazos de tiempo, despertarnos para la perseverancia, el esfuerzo, la determinación y todas las fortalezas de cada persona que nos pongan en pie hasta el agradecimiento.
Ser positivos es tener esa fe que conduce al logro, que produce esperanza y que aprende a confiar. No se trata de ocultar la realidad, sino de no-atender (“extinguir”) lo negativo en nuestro pensamiento, en nuestras emociones y en nuestra conducta para que no se convierta en una actitud de vida y, por contra, mirar la vida con bondad.
No define a las personas el conjunto de situaciones y acontecimientos, sino que las afrontamos hasta el “optimismo irracional”. Esta postura en la vida puede conducirnos a una visión trágica y dolorosa de todo, a desconfiar de todas las personas viendo en ellas un enemigo o contrincante, a encerrarnos en la incapacidad de transformar la realidad, personal y ambiental, que puede hacernos más felices.
Los profesionales de la salud sostienen que: “la capacidad de disfrute con las cosas que nos ofrece la vida, o nuestra satisfacción general con la vida, dependen (quizás hasta un 50%) de elementos poco transformables (ej.: estilos de personalidad, capacidad de nuestro sistema nervioso para responder al placer o al dolor, etc.). Por otro lado, las condiciones materiales (dinero, estatus social, etc.) parecen tener un impacto relativamente pequeño sobre el bienestar (quizás menos de un 10%). Parece, pues, indiscutible, que hay otros factores más relacionados con elementos bajo nuestro control, de gran peso para vivir una vida dichosa. Son elementos referidos a una actitud más positiva ante la vida, al cambio de conductas perniciosas y a la promoción de cambios saludables en nuestro entorno. Tener más y mejores relaciones sociales; intentar ser más amable con los demás; y, entre otras cosas, reconocer que, a pesar de todo, hay cosas buenas en nuestras vidas. Cada uno tiene que componer su propia fórmula. Una tarea con recompensa segura.
Roberto Freire