Alimento de Vida

«Este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.»

Necesitamos el Cuerpo de Cristo. Es la única manera de vivir en verdad. Porque esta vida a veces es como un camino en el desierto y sin el Pan de Vida eterna no tenemos fuerzas para avanzar, ni para amar, ni para servir. Creo que a veces no somos conscientes de esta necesidad real que tenemos…

Hermana GlendaEn el desierto  https://youtu.be/aZa1QBcITow

Elena Fernández Andrés · https://twitter.com/poverellacm

 

¿Qué te está diciendo Dios en esta situación de especial dificultad y sufrimiento? Eduardo Toraño, sacerdote de la Renovación Carismática, responde a esta pregunta:

  1. Te acompaño. Dios nos ama tanto que se compadece de nosotros y, en vez de aniquilarnos por nuestros pecados, envió a su Hijo para que cargase con ellos. Él sufre hoy con nosotros y toma nuestro dolor.
  2. Conviértete. Dios nos llama a un verdadero arrepentimiento y a suplicar misericordia. En esta situación de desvalimiento ante este enemigo microscópico nos invita a mirarle a Él. Es una oportunidad para volvernos a Dios.
  3. Da importancia a lo eterno. Ante tantas muertes, y con enfermos muy graves entre la vida y la muerte, nos damos cuenta de que esta vida pasa. Esto nos hace pensar que esta vida terrenal no es la definitiva y necesitamos desatarnos del más acá para mirar más allá.
  4. 4. Profundiza. El dolor y tanto sufrimiento junto nos han de llevar a distinguir lo fundamental de lo relativo y… ¡cuántas discusiones y quejas por cosas pasajeras! Ir a lo profundo, trascender lo superficial para llegar a lo verdaderamente importante, que es lo de Dios. Todo pasa y se acaba; solo Dios permanece.
  5. Aprovecha. Saca provecho del tiempo disponible y busca tener tiempo de calidad para la vida espiritual. Valora las relaciones ahora que no podemos relacionarnos como antes, así como los sacramentos, que no hemos podido celebrar (comulgar, confesar…).
  6. Despierta. Abre los ojos a lo que Dios nos muestra. Esta situación no nos puede dejar indiferentes, no podemos taparnos los ojos ni cerrar los oídos. ¡No podemos volver a ser lo que éramos! Es necesario un cambio de mirada.
  7. Entrégate y entrégamelo todo. Desbordados ante tanto dolor, preocupación, desconcierto, inquietud, angustia, miedo… podemos entregárselos a Dios. Deja que Dios entre en tu interior y tome cada uno de tus sentimientos y pensamientos (de impotencia, desánimo, soledad, preocupación, agobio…).
  8. Vive en Mí. Nos hemos puesto la corona de reyes destronando al Rey y esto nos termina matando. Deja todos los dioses que te atan y vive unido a Dios. Confía, espera y cree en Él.
  9. Intercede. Reza por los más necesitados, por sus necesidades materiales y espirituales: la curación de los enfermos, la sanación  de los corazones, el descanso eterno de los difuntos y especialmente por la conversión de todos… Para que tengan luz y fortaleza los responsables de tomar decisiones y los que estamos al servicio de los demás.
  10. Déjate. Déjate transformar por Dios. El Señor toma todo lo tuyo, también tu sufrimiento, y le da un nuevo sentido y valor. Deja que Él obre en ti.

Montse de Javier · Comunidade Caná