Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela, a través del programa Cativos de Cáritas Interparroquial de Santiago, activa su emblemático programa de Campamentos de Verano en Arnela, que desde hace más de cuatro décadas ofrece a niños, niñas y adolescentes una alternativa de ocio saludable, educativo y profundamente humanizadora en pleno contacto con la naturaleza.
La edición de este año se desarrollará durante los meses de julio y agosto, en varios turnos organizados por edades, y reunirá a más de 240 menores de entre 8 y 17 años en el Albergue Juvenil Luis Calviño de Porto do Son. Estas instalaciones, recientemente renovadas, ofrecen un entorno seguro y natural frente al mar, ideal para el descanso, la convivencia y el desarrollo personal.
Los campamentos de Arnela son mucho más que una actividad lúdica. Se trata de una propuesta educativa integral que trasciende la mera diversión estival y se centra en el crecimiento emocional, social y espiritual de cada participante. A lo largo de los turnos, los menores comparten juegos, dinámicas, talleres, excursiones y momentos de reflexión que favorecen el aprendizaje en valores y la convivencia en comunidad. Estas experiencias también fortalecen el respeto hacia los demás y hacia el entorno, promueven una vivencia espiritual positiva y abierta, y ayudan a prevenir conductas nocivas desde una perspectiva educativa. Además, se trabajan de forma activa las habilidades sociales y personales, y se potencia el reconocimiento de la diversidad como riqueza, acompañando de manera especial a quienes atraviesan situaciones de riesgo o exclusión social.
Carlos Juiz, director de Cáritas Interparroquial de Santiago, destaca la importancia de este proyecto dentro del trabajo con infancia y adolescencia. “Arnela no es solo un campamento. Es un lugar donde los menores se sienten parte de una comunidad que los acoge, los escucha y los acompaña. Muchos llegan con mochilas cargadas de dificultades y aquí encuentran descanso, alegría y relaciones sanas. Para muchos, esta experiencia marca un antes y un después en su vida”, explica.
Cada actividad está pensada para responder a las necesidades específicas de cada franja de edad y se adapta a los ritmos y capacidades de los participantes con una mirada inclusiva, cercana y respetuosa.

El buen funcionamiento de cada edición es posible gracias al compromiso y la implicación de un equipo mixto formado por profesionales del ámbito social y educativo junto a un grupo amplio de personas voluntarias. Muchas de ellas han vivido en primera persona la experiencia de Arnela en su infancia o adolescencia y regresan ahora como monitores, educadores o coordinadores. Este acompañamiento próximo y horizontal es clave para que los campamentos de Arnela se conviertan en una experiencia transformadora y en una referencia educativa dentro del ámbito diocesano, donde la transmisión de valores se realiza desde la vivencia cotidiana y el testimonio personal.
Para Cáritas Diocesana de Santiago, este proyecto representa también una herramienta de acción social preventiva. Muchos de los menores que participan proceden de familias en situación de vulnerabilidad o exclusión, y en estos casos la organización facilita el acceso mediante becas, apoyos logísticos y seguimiento personalizado. El objetivo es garantizar que ningún niño o niña quede fuera de esta oportunidad por razones económicas o sociales.
De este modo, los Campamentos de Arnela siguen consolidándose como un espacio de igualdad, cuidado y esperanza para la infancia y juventud de nuestra diócesis.






