Carta familia de acogida

Ante la pregunta ¿Qué lleva a una familia a abrir las puertas de su casa a una familia ucraniana? Solo podemos decir que las puertas de nuestra casa siempre han estado abiertas a todo aquel que lo ha necesitado: amigos, conocidos, recomendados y siendo una familia católica sentimos la llamada a compartir lo que tenemos.

Los pasos que dimos fueron después de haberlo hablado en familia y entender que era la mejor forma que teníamos para ayudar, a parte de haber colaborado con distintas entidades para hacer llegar material a Ucrania. Lo primero que hicimos fue asesorarnos y nos dijeron que una de las fundaciones que mejor funcionaban en este campo era la Fundación Madrina y nos pusimos en contacto con ellos.

Ellos nos enviaron por mail un contrato y tuvimos que obtener los certificados de delitos sexuales y de penales todos los miembros mayores de edad que convivimos en la casa.

Una vez conseguidos fuimos rellenando distintos formularios donde nos preguntaban sobre hechos concretos, familiares, relaciones y todo lo que podía influir a la hora de tener a una familia acogida en casa. Hasta llegar el día en que nos llamaron para reiterar nuestra disposición a acoger y para informarnos que había una familia asignada.

Por un problema de salud de la mamá adjudicada no pudo venir, pero al día siguiente nos adjudicaron otra familia. Una familia compuesta por una madre y dos hijos junto con la hermana de la madre.

La llegada fue muy bonita: presentaciones, abrazos y mucho que contar. Tardamos unas cuantas aplicaciones de móvil de traducción para llegar a dar con la que mejor nos funcionaba.

Cuando llegaron a casa surgió el problema, teníamos una habitación con baño incluido y 2 camas: una de 1.35 y otra de 90 (lo que habíamos ofrecido) y resultó que no les valía, necesitaban una cama más.

Mi hija mayor decidió cederles la suya y de esa forma tenían 1 cama de 1.35 para la mamá y el pequeño de 4 años, y las otras dos camas de 90 para la hermana y el hijo de 8 años.

Al día siguiente nos dijeron que había surgido otro problema y es que la hermana roncaba y que era un espacio muy pequeño para convivir los 4 miembros. Al ser algo a largo plazo necesitaban algo más grande. No querían hacernos sentir mal y con mucha pena nos lo dijeron.

Nos pusimos en contacto con la fundación y ellos nos dijeron que buscarían algo más grande para la familia, pero que tuviéramos paciencia.

De primeras nos surgió el dolor y el prejuicio mirándolo desde nuestra situación, pero hubo un momento en el que tuvimos que ponernos en sus zapatos. Y recapacitar; hacíamos el acogimiento para que ellas estuvieran bien, no para sentirnos bien nosotras, por lo que teníamos que conseguir que ellas estuvieran bien. A partir de ese momento las cosas entre todos empezaron a fluir. Se dieron cuenta que nos importaba que estuvieran bien y que para nosotras era importante. No se trataba de nuestro ego de acogedoras sino de su bienestar como acogidas.

La fundación ya tiene un lugar donde van a estar mejor, un piso que van a compartir con otra mamá en Coruña. El hecho de que estén cerca nuestro es porque no quieren separarse de quien consideran ya su familia; tanto los niños como ellas.

La adaptación es buena si se trabaja desde el prisma de compartir no de dar. Cuando nos ponemos todos en el mismo plano; de igual a igual. Así es como las situaciones más complicadas se solucionan. Un ejemplo es los niños que venían con problemas de estómago por la falta de alimentos y un rotavirus y les dejamos que cocinaran ellas comida ucraniana para que los niños volvieran a una rutina. Para nosotras ha sido un cambio en la alimentación que lo podemos valorar como una experiencia culinaria divertida: probar platos nuevos, sabores nuevos y sobre todo el amor con el que preparan todo que nos han transmitido en todo momento.

Con respecto a la documentación, como van a dar un salto a otro domicilio lo hemos dejado parado puesto que ya nos han dicho que Cruz Roja y Cáritas van a gestionarles todo lo que les haga falta. Pero igualmente lo que si que hemos gestionado en Santiago es el médico y se han portado en el ambulatorio de 10. Nos hicieron los trámites rápidos y sobre todo llevaderos.

Actualmente tenemos muchas risas, muchos abrazos y sobre todo muchas ganas de seguir haciendo familia, que es lo que somos ahora mismo en casa. Con nuestros más y nuestros menos pero…¿que familia no los tiene?