- Cee acogió la Vigilia Diocesana del DOMUND presidida por el arzobispo de Santiago, una cita marcada por la oración, el testimonio misionero y la esperanza compartida.
- La jornada incluyó también la clausura de las celebraciones por el 75º aniversario del Dogma de la Asunción de María, que se venían desarrollando desde el mes de agosto.
La tarde del sábado 18 de octubre, la parroquia de Cee se convirtió en el corazón misionero de la diócesis de Santiago de Compostela. En el santuario de la Virgen de la Junquera, feligreses, sacerdotes y representantes diocesanos se reunieron con motivo de la celebración diocesana del Día del DOMUND, organizada por la delegada de Misiones, Fátima Noya, y su equipo.
A las siete y media de la tarde, el arzobispo de Santiago, monseñor Francisco Prieto Fernández, presidió la Eucaristía en el santuario de la Junquera acompañado por los sacerdotes Desire Kouakou, párroco de Cee, y Daniel Turnes. La cita se enmarcó también en la clausura de las celebraciones, que se llevan celebrando en Cee desde el mes de agosto, por el 75º aniversario del dogma de la Asunción de la Virgen María.
La Virgen, primera misionera
Durante su homilía, el arzobispo destacó la figura de María como “la primera misionera”, aquella que “llevó en su seno a Cristo, la verdadera esperanza del mundo”. Recordó que el lema del Domund de este año, inspirado en el Año Jubilar de la Esperanza, invita a toda la Iglesia a “ser misioneros de esperanza allí donde cada uno vive y trabaja”.
El prelado compostelano subrayó que la misión comienza en el corazón y se sostiene con la oración: “No podemos ser misioneros si no somos creyentes que oran, esperan y confían”. Destacó además que la oración comunitaria es la fuerza que sostiene a quienes anuncian el Evangelio en las fronteras del mundo.
En sus palabras, Mons. Prieto Fernández explicó que “la mejor predicación es la vida misma”. No se trata -dijo- de hablar sin cesar del Evangelio, sino de vivirlo con coherencia y alegría en la familia, en el trabajo, entre los amigos y en la calle. “Ser misionero es testimoniar con los gestos cotidianos lo que se cree”, señaló.
La oración, columna de la misión
El arzobispo hizo una invitación a vivir una esperanza activa, hecha de oración y servicio. En este sentido, señalóque la fe se alimenta en la oración compartida: «cuando rezamos juntos, nos sabemos parte de una misma familia que sufre, confía y espera».
Citó la perseverancia de Moisés, sostenido por su pueblo mientras oraba, y la insistencia de la viuda del Evangelio, como ejemplos de una fe que no se rinde. “Solo desde esa oración perseverante -afirmó- se puede sostener la misión y mantener viva la esperanza en un mundo que muchas veces la pierde”.
Finalmente, el arzobispo animó a la comunidad a mirar a la Virgen de la Junquera con un corazón agradecido, reconociendo en ella el modelo de toda vocación misionera: una fe que escucha, se pone en camino y se entrega.
Un saludo desde Mozambique
Tras la homilía, la delegada diocesana de Misiones, Fátima Noya, compartió con los asistentes un mensaje de audio enviado por Estrella, una misionera gallega que trabaja en Mozambique.
En su testimonio, Estrella agradeció la oración y el apoyo de la comunidad de Cee, asegurando que “cuando un misionero se siente acompañado por la oración de otros, la soledad se hace más llevadera”. Contó que en su zona la población estaba siendo desplazada por intereses económicos y mineros, lo que aumentaba la dificultad del trabajo pastoral y social.
La misionera recordó la importancia del DOMUND como instrumento de ayuda real. Y añadió que las aportaciones llegan a las zonas más necesitadas del planeta gracias a la red de la Iglesia universal.
Estrella subrayó también el valor de la educación misionera desde la infancia. Recordó su propia vocación, nacida a través de la revista Aguiluchos, y celebró que “los niños sigan aprendiendo que ellos también pueden ser misioneros, llevando alegría, ayuda y fe a quienes los rodean”.
Un fruto vivo de la misión
Al concluir la Eucaristía, el párroco Desire Kouakou tomó la palabra para agradecer la presencia del arzobispo y compartir un testimonio personal profundamente conmovedor. Recordó con emoción su propia historia familiar, fruto directo de la labor misionera en África. Contó que su abuelo fue el primer catequista de su pueblo gracias a los misioneros, y que su madre y sus tíos fueron criados y educados por ellos cuando quedaron huérfanos.
“Sin los misioneros -afirmó- yo no estaría hoy aquí. Ellos fueron quienes sembraron la fe en mi familia. Dieron la vida, construyeron escuelas y hospitales, abrieron caminos donde no los había”.
El párroco ilustró la labor misionera como una siembra paciente. Para Kouakou, quienes anuncian el Evangelio depositan pequeñas semillas de fe que, con el tiempo, germinan y dan fruto en el corazón de las personas.
Una jornada de fe, memoria y compromiso
La celebración del Día del DOMUND en Cee fue mucho más que una conmemoración litúrgica. Fue una jornada de memoria agradecida y compromiso renovado, en la que se entrelazaron las historias personales, los testimonios de fe y la llamada universal a la misión.
El santuario de la Virgen de la Junquera se llenó de oraciones, cantos y emociones compartidas. Cada gesto, cada palabra y cada silencio recordaron el sentido profundo del lema de este año: “Misioneros de esperanza”.
Bajo la mirada de la Virgen, los fieles reafirmaron su deseo de vivir la fe con un corazón abierto y solidario. Como subrayó el arzobispo Prieto Fernández, la esperanza no es un ideal abstracto, sino un compromiso que se construye cada día.
La comunidad de Cee despidió la jornada con el convencimiento de que la misión continúa en cada gesto cotidiano, en cada oración compartida y en cada palabra de consuelo. Fue una tarde luminosa de fe, en la que la Virgen de la Junquera volvió a reunir a su pueblo bajo el signo de la esperanza y el amor misionero.







