En un mundo que se empeña en hablar de evitar al pobre, al mayor, al diferente, y dónde se legitima que cada persona tiene todo tipo de derechos individuales, pero ninguna obligación respecto a la sociedad que le sostiene, el Papa se empeña en difundir, con un lenguaje cercano, la necesidad de cambiar los tiempos, la necesidad de un cambio de rumbo colectivo e individual a la vez.
En su visita a Marsella el Papa lo ha expresado indicando que “En las raíces de los tres monoteísmos mediterráneos está … la hospitalidad, el amor por el extranjero en nombre de Dios. Y esto es vital si, como nuestro padre Abraham, soñamos con un futuro próspero. No nos olvidemos del estribillo de la Biblia: “el huérfano, la viuda y el migrante, el extranjero”. Huérfano, viuda y extranjero: estas son las personas a las que Dios nos ordena asistir.”
En su regreso de Marsella le dice a los periodistas que es necesaria la convivencia, lo que él designa como una cultura de la ayuda, una cultura de la creatividad, de crear una ciudad acogedora que respete y haga una síntesis, sin negar la identidad de cualquier otro pueblo. Y el Papa vuelve a plantear que si hace falta en Europa mano de obra, Europa debe diseñar una migración bien organizada, para que sea fecunda y aporte al continente su amplia riqueza. Para el Papa el camino es acoger, integrar y dar dignidad, convirtiendo a los que forman parte de la sociedad en ciudadanos de pleno derecho. Y como siempre el Papa dice que esta acogida e integración, corresponde a la sociedad y a cada persona, en la medida de sus capacidades propias y únicas.
La existencia de migraciones, está ligada a la existencia de actuaciones a nivel global(apropación de bienes de otros territorios, guerras provocadas, etc). En la audiencia General de 20 de septiembre el Papa hablando de África y de Daniel Comboni,uno de los santos que mejor comprendió este continente, recuerda que “«tras el colonialismo político, se ha desatado un “colonialismo económico”, igualmente esclavizador. (…). Es un drama ante el cual el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca»” Y dice el Papa “la esclavitud social tiene sus raíces en una esclavitud más profunda, la del corazón, la del pecado, de la cual el Señor nos libera. Como cristianos, por tanto, estamos llamados a combatir contra toda forma de esclavitud.” Y una ruta segura para combatir la esclavitud pasa por “Tomar de la cultura de los pueblos el camino para hacer la evangelización. Evangelizar la cultura e inculturar el Evangelio: van juntos.”
En definitiva dice el Papa “Necesitamos la fraternidad como el pan. La propia palabra “hermano”, en su derivación indoeuropea, revela una raíz relacionada con la nutrición y la subsistencia. Nos sostendremos a nosotros mismos sólo alimentando de esperanza a los más débiles, acogiéndolos como hermanos. «No se olviden de practicar la hospitalidad» (Hb 13,2), nos dice la Escritura. “
Y seguro que cerca veremos a alguien necesitado de hospitalidad y buscando el bien común se coordinará la hospitalidad.
María Puy