- El arzobispo presidió hoy en la Catedral la Eucaristía en la que se impuso la ceniza, rito con el que se inicia el tiempo litúrgico que lleva a la Pascua
Tras dos años consecutivos sin celebrar el Miércoles de Ceniza en la Catedral de Santiago, por las obras de rehabilitación en el templo, el arzobispo monseñor Julián Barrio presidió hoy la Eucaristía en el Altar Mayor durante la que se impuso la ceniza a los fieles, para dar así comienzo al tiempo litúrgico de la Cuaresma. Ayuno, oración y limosna son las señas de identidad de este periodo que conduce a la Pascua, tal y como recordó en su homilía el arzobispo compostelano. “La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”, señaló monseñor Barrio recordando el mensaje del papa Francisco para la Cuaresma. “Dejemos que Dios se meta en nuestra vida. Salir a su encuentro conlleva encontrarse con los demás a través de la caridad”, pidió el arzobispo a todos los asistentes a la Santa Misa.
Como se sabe, el Miércoles de Ceniza es un día de ayuno y de abstinencia, con el que la Iglesia abre el camino cuaresmal a la celebración del Triduo Pascual, “en el que celebramos este misterio, núcleo de la fe cristiana, afirmando que para el cristiano la vida es Cristo. Sin esta configuración personal con Cristo y con su Evangelio, nuestra vida cristiana no puede ser auténtica”, tal y como recordó en sus palabras monseñor Julián Barrio.
“En la amistad con Dios experimentamos la alegría de su perdón, amor y salvación. No podemos vivir en paz con el prójimo sino se vive en paz con Dios”, indicó el arzobispo, invitando a los fieles a buscar la reconciliación con el Señor para poder así atender mejor a los más necesitados. “No se trata de aparentar buena imagen, sino de vivir con coherencia bajo la mirada amorosa de Dios, evitando toda hipocresía”, explicó monseñor Barrio, para añadir que “Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID-19”, en alusión al mensaje del papa Francisco para este tiempo litúrgico.
“También hoy”, prosiguió el arzobispo, “el Señor pronuncia nuestro nombre porque nos conoce, nos ama y está pendiente de nosotros. Rasguémonos los corazones para que podamos vernos como somos, y para que la indiferencia no nos deje paralizados para hacer el bien”.