Muchos de los judíos que se dispersaron cuando la persecución a la muerte de Esteban, fueron por Fenicia, Chipre y a Antioquía, dirigiendo su palabra tan solo a los judíos. Sin embargo algunos chipriotas y cirenenses, llegaron a Antioquía y se dirigieron también a los griegos. Anunciaban al Señor Jesús. Muchos de los que los escuchaban, se convirtieron al Señor.
Al enterarse la Iglesia de Jerusalén de lo acontecido, enviaron a Antioquía al chipriota Bernabé, un hombre lleno de Espíritu Santo y de fe, que animaba a los creyentes a permanecer siempre fieles al Señor. Buscando ayuda para su misión apostólica, se dirigió a Tarso, con la intención de llevarse consigo a Saulo. Al dar con él, le condujo a Antioquía, un lugar abierto, donde había muchos judíos. Allí pasaron ambos un año, enseñando a una muchedumbre. Precisamente allí fue donde los seguidores de Cristo comenzaron a llamarse cristianos.
Llegó entonces a Antioquía un profeta llamado Agabo, que los hizo sabedores del hambre que hizo mella en Jerusalén en tiempos del emperador Claudio. Los creyentes determinaron enviar una ayuda a los hermanos de Judea, cosa que hicieron efectiva, enviándola por medio de Bernabé y de Saulo.
José Fernández Lago