Desde la Escritura: Santiago, protomártir de los apóstoles

Estando en Jerusalén, Santiago el de Zebedeo fue hecho prisionero por el rey Herodes Agripa I. El libro de los Hechos de los Apóstoles indica directamente que, queriendo ese rey vejar a los miembros de la Iglesia, mató por la espada a Santiago, el hermano de Juan. Sabemos que eso sucedió poco antes de la muerte del rey. Cuando los Zebedeos le habían pedido a Cristo un puesto de importancia en su Reino, Jesús les había respondido que solo accedía a que bebieran el cáliz que él había de beber. Desde luego, Santiago fue el primero de ellos en beber el cáliz del Señor, dando testimonio con su propia vida de la fe que tenía en Cristo Jesús.

Dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que, al ver que eso agradaba a los judíos, Agripa prendió también a Pedro, intentando presentarlo al pueblo, una vez pasada la fiesta de la Pascua. Pedro quedó en la prisión, pero consiguió salir de ella, a pesar de todas las medidas que habían tomado a favor de la seguridad del preso. Cuando Pedro salió de la prisión, lo que atribuyó al propio Señor, se dirigió a casa de María, la madre de Juan Marcos. Allí estaban diversos miembros de la Iglesia, orando por él.

Después de haber dicho a los de casa que dieran saludos a Santiago el Justo (Obispo de Jerusalén, al faltar Pedro) y a otros hermanos, dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que “se fue a otro lugar”. Sabemos que ese lugar es Antioquía de Siria.

José Fernández Lago