Día del Seminario 2.024

La Iglesia celebra el 19 de marzo, solemnidad de San José, el Día del Seminario, con el lema «Padre, envíanos pastores». 

En la reflexión teológica, que se incluye entre los materiales del día del Seminario de este año, se explica el significado del lema de esta jornada «Padre, envíanos pastores». En el texto se señala cómo debe ser un buen pastor en la Iglesia. Los verbos «ver y compadecerse, configuran a Jesús como el Buen pastor. Su compasión no es solo un sentimiento humano, sino que es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra. O sea, enseñar la Palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña».

Así, subrayan en esta reflexión que «la distancia aparentemente insalvable entre los seres humanos, que haría pensar en un rebaño sin pastor para el que la compasión es imposible, fue franqueada definitivamente por Jesucristo, el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas. Él, al tiempo que pasa «por los hombres» la vía sufrimiento, pasa al Padre la realidad del sufrimiento de los hombres».

El don del testimonio

Además, enseñan el camino para que estos nuevos pastores, con su testimonio, muestren el Evangelio. La Sagrada Escritura y la historia de la Iglesia, apuntan, están repletas de testimonios de hombres y mujeres que se han dejado guiar por el Señor. «La resurrección de Jesucristo es testimoniada por los Apóstoles», recuerdan.

Y, este don, se manifiesta en el amor. Por medio del amor se conoce al testigo. «El seguimiento implica la renuncia de la elección del propio camino, pues la voluntad se pone en manos de la voluntad de Jesús, quien tiene una precedencia real», señalan en este texto de los materiales ofrecidos para el Día del Seminario.

Para finalizar que «el testigo, antes que hacer algo, debe ser, ser un amigo de Jesús, para no transmitir conocimientos de segunda mano; ha renacido a la vida en Cristo y, por eso, pertenece a la verdad, oye la Palabra de Dios».