Diario de un peregrino: Autorretrato

Una cadena de televisión entrevistó hace poco al Arzobispo. Las preguntas parecían describir lo que puede estar pasando por la mente de personas ajenas a la Iglesia. La mera presencia de Mons. Prieto en ese lugar dice mucho de su valor a la hora de afrontar una conversación con cualquiera, sin prejuicios, sin cerrarse a ningún tema. Un cuadrilátero de esas características no sirve para todos. De hecho, no hay cola para acudir…

Aparecieron, por supuesto, cuestiones sensibles, como la de los abusos. Junto a ello, aunque tal vez con cierta raíz común, irrumpieron los tópicos; esos “clásicos” no “defraudan”: sexualidad, celibato, pecado… Se preguntaron si la “caldera” aún servía como imagen para explicar el infierno. ¿Habrán querido escuchar? La “bronca chillona” de algunas tertulias desaconseja acudir a ellas. ¿Y aquí? Gente preparada: no os escondáis, porfa.

Este tipo de entrevistas dejan la sensación de haber tendido un puente. Como si un antiguo amante razonase: “querida, llevábamos mucho tiempo sin hablar”. Dos mundos diferentes, que conviven sin comprenderse uno al otro (queriéndolo o no), por no hablarse, se distancian más. A veces alguna situación traumática ha dejado huella y, tal vez, confusión. Otras veces, simplemente, cada conversador queda retratado. Eso no debe asustar.

Manuel Á. Blanco