Un extraño y entrañable fenómeno ha sido detectado en la celebración de las Primeras Comuniones de este año: ¡han aparecido varias familias que aún no han fijado la fecha! Lo que en otros años hubiese sido tachado de irresponsabilidad, caos organizativo, descuido, etc., se convierte ahora en envidia “sana”. Algunas familias “tardan” mientras van a la “repesca” por haber faltado. Otras, cumplidoras, rompen con la “dictadura del banquete”.
Se habla, también, del absurdo de un deseo de 1ª Comunión sin compromiso formativo. Existe un impacto fuerte para muchas familias: la catequesis y la Misa constituyen su primer contacto con la Iglesia después del Bautismo de la criatura, si éste ha tenido lugar… Aparecen padres a quienes su hija “convence” para recibir el sacramento; antiguas alumnas de colegios religiosos que, de pronto, recordaron que algo había que hacer…
Resulta difícil ver en la Primera Comunión un paso más en el descubrimiento y cultivo del Amor de Dios. Para responder bien eso se reserva el sagrado tiempo de la Eucaristía dominical. Hay responsabilidades devaluadas: pagos sin IVA; herencias deseadas, ancianos descuidados; vida en pareja sin casamiento… A veces aflora la emoción, las lágrimas, como un termómetro del tesoro que existe y no se usa por falta tiempo o voluntad.
Manuel Á. Blanco