El tiempo de Pascua se caracteriza por una alegría especial. Ahora que ha comenzado la Feria de Abril, un andaluz diría que la Pascua “tiene duende”, refiriéndose a ese “embrujo” santo y positivo de lo sobrenatural, de lo referido al amor de Dios vivo, eterno y bueno. La historia de “Kiwi”, por ejemplo, es de Pascua. Un chaval que viste de caqui, con “minibarba” y pelo corto que acaba de salir de un centro de rehabilitación para toxicómanos.
Nada más terminar su tratamiento entró en la Catedral y dio gracias al Apóstol. No es de extrañar que Éste, imitando la costumbre del “tómalle outra que hoxe pago eu”, le haya conducido hasta un empresario que le ha dado empleo en su negocio. Adelina (“Lina” para los de casa) pidió un sacerdote en los momentos de grave enfermedad. Emocionó a toda la familia recibiendo la Unción de Enfermos. Una historia con tristeza, paz y gozo.
Tercera historia: la conversión y petición de Bautismo por parte de Etenesh, natural de Etiopía, animada por una familia que conoció durante su quinto año en Galicia. Su hermano, pura alegría desbordante de la sabana africana, sí había sido bautizado en su tierra pero el padre de ambos no pudo llevarla a la Iglesia cuando era pequeña; ahora la familia está encantada de que “Ety” haya dado el paso. Resurrección, “haila”. ¿Habrá testigos?
Manuel Á. Blanco