Diario de un peregrino: Redención

Sigo mi Camino de Santiago, consciente de que mis pasos son más veloces que un río de lava pero también más lentos que los avances tecnológicos a los que esta “civilización entrecomillada” nos tiene acostumbrados. Hoy me he cruzado con un grupito de presos que hacían con discreción su peregrinación. Por un momento creí remontarme a los tiempos de la “redención de penas”, espíritu de muchos peregrinos de antaño.

Un grupo de profesores comentó la inminente entrada en vigor de una nueva ley educativa. Explicaban que en el último curso de Enseñanza obligatoria, los alumnos que descarten la asignatura de Religión no tendrán una hora perdida ni se podrán ir a casa. Por el contrario, los centros habrán de ofrecer actividades destinadas a reforzar la autoestima de los alumnos, su autonomía, la reflexión y la responsabilidad.

Tengo mis dudas acerca de las futuras democracias que nos toquen ser vividas. Sobre si nos acabarán tratando de imponer sus propias construcciones doctrinales frente a las doctrinas que nos han rescatado a muchos, como la que Dios ha ido esculpiendo con el amor de su corazón. De todos modos, si esto falla, siempre podremos redimir nuestra esclavitud; nadie puede arrebatarnos nuestra libertad ni la luz de la conciencia recta.

¿Papá qué es un dictador? Una persona que hace las cosas sin tener en cuenta las opiniones de los demás? ¿Como mamá? No tanto, no tanto

Dame Señor una luz

Para que ya no sea ciego

Porque sin ti yo me muero

Tú por mí estás en la cruz

Manuel Á. Blanco