Diversidad unida en Dios

El profeta Isaías se alegra de poder presentar la influencia benévola de Dios a favor de la descendencia de Abraham. El propio Dios se muestra como el esposo de  los creyentes, que forman un pueblo. Del mismo modo que un mozo se casa con la joven que le atrae para ser la compañera de su vida, del mismo modo el Creador desposa a la gente creyente, que forma el pueblo elegido; y el gozo que encuentra el esposo con su mujer, lo encontrará el Señor con el pueblo creyente.

San Pablo les dice a los Corintios que los dones existentes en los miembros de la Iglesia son obra del Espíritu Santo, que los suscita para que unos y otros los pongan al servicio del bien común. Entre esos dones, destacan el de sabiduría, el de ciencia, el de curaciones, el de poder realizar milagros, el de profetizar, o el de discernir los buenos espíritus de los que son espíritus malvados. Todos ellos los distribuye el Espíritu, para que se pongan al servicio de todos, y sean de ese modo útiles a toda la Iglesia.

El Evangelio de hoy es el relato de las Bodas de Caná. Al faltar el vino, la Virgen María acude a Jesús; y a continuación le dice a los empleados que hagan lo que Jesús les indique. De ese modo, nuestro Señor Jesucristo convirtió el agua, que se utilizaba para las purificaciones judías, en el buen vino proclamado por los profetas para los tiempos Mesiánicos. Fue este de Caná el primer signo realizado por Jesús. Merced a él, aumentó la fe de sus discípulos.

José Fernández Lago