El arzobispo une su voz a la de las entidades promotoras de la iniciativa Iglesia por el trabajo decente

  • En una Carta Pastoral con motivo de la jornada que se celebrará el próximo 7 de octubre, monseñor Barrio lamenta la precariedad laboral y recuerda la importancia de la Doctrina Social de la Iglesia

 “Me alegra poder comunicarme con vosotros con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo decente que tendrá lugar el 7 de octubre. La comunidad cristiana está invitada a manifestar esta preocupación a través de las vigilias de oración, participación en la Eucaristía y otras actividades cívicas que traten de concienciar sobre esta realidad”. Así comienza la Carta Pastoral que el arzobispo, monseñor Julián Barrio, dirige a las distintas entidades promotoras de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, que por sexto año consecutivo invitan a participar en los diferentes actos, de forma individual o colectiva, para mantener viva la conciencia de la necesidad de un trabajo decente.

El arzobispo une así su voz a la de aquellos que recuerdan “el sentido creador del trabajo” y trabajan para erradicar “la lacra de la precariedad laboral que caracteriza el actual sistema de relaciones laborales y que lesiona los derechos de las personas trabajadoras y de sus familias. En su carta, monseñor Barrio recuerda que “en el Manifiesto para esta Jornada se subraya que la realidad actual está visibilizando las consecuencias de un modelo productivo incapaz de generar empleo con alto valor añadido y marcado por las altas tasas de precariedad laboral. Se constata que demasiados empleos considerados esenciales mantienen condiciones laborales tan precarias que algunas veces rozan la vulneración de derechos y muchas la imposibilidad del sostenimiento de la vida”.

El arzobispo indica, además, que “es responsabilidad de la comunidad cristiana acompañar a las personas que no tienen un trabajo, manteniendo una actitud profética que denuncie aquellas situaciones contrarias a la dignidad humana, y ahora con mayor intensidad viendo la incidencia que está teniendo la pandemia en la destrucción de los puestos de trabajo. Los movimientos de Iglesia por el trabajo decente trabajan con el fin de visibilizar la lucha por conseguir que el trabajo decente sea cada día más real en la vida de las personas y respetuoso con la casa común. Hemos de concienciarnos de que no debemos tratar de solucionar lo propio olvidando las situaciones precarias de los demás”.

Monseñor Barrio asegura que “la Doctrina Social de la Iglesia nos urge a recordar la dignidad inviolable de la persona humana, el destino universal de los bienes de la creación, la participación de todos en la búsqueda de bien común, la solidaridad y la subsidiaridad, y nos llama a renovar nuestro compromiso con la cultura del trabajo que exige renunciar a conductas consumistas y materialistas que no lo valoran, y asumir un estilo de vida en austeridad como ayuda al otro. Se han de defender los derechos de los que trabajan pero no se pueden ignorar los de quienes no encuentran trabajo, cuando el trabajo es un derecho y un deber”.

“La crisis de la pandemia ha puesto de relieve las debilidades estructurales del Estado de bienestar en España y la necesidad del trabajo decente para el desarrollo de una sociedad fraterna. Esta crisis nos ha enseñado que se puede consumir menos y mejor, que el servicio de aquellos oficios menos valorados, social y económicamente son los que sostienen la vida y el cuidado comunitario”, recuerda el arzobispo citando el manifiesto para esta jornada.