- La Archidiócesis de Santiago de Compostela se suma con una especial invitación a la oración.
Roma se convierte nuevamente en el centro espiritual del mundo católico. El miércoles 7 de mayo dará comienzo el cónclave, la solemne reunión en la que los cardenales electores se reunirán a puerta cerrada para elegir al nuevo sucesor de Pedro.
El inicio del cónclave estará marcado por la celebración de la misa “Pro eligendo Pontifice”. Tras esta celebración, en la Capilla Sixtina los cardenales iniciarán el escrutinio, que se repetirá en sucesivas votaciones hasta alcanzar la mayoría requerida y lograr la aceptación del elegido.
En este contexto de especial importancia para la Iglesia, el Colegio de los Cardenales hizo público el pasado 30 de abril un comunicado en el que subraya la necesidad de sostener el proceso con la oración ferviente del Pueblo de Dios. “La verdadera fuerza que en la Iglesia favorece la unidad de todos los miembros en el único Cuerpo de Cristo”, señala el texto, “es la oración”.
Los cardenales llaman a vivir este acontecimiento como un momento de gracia y discernimiento espiritual.
La Archidiócesis de Santiago de Compostela se ha unido a esta invitación con un llamamiento especial a la oración por el cónclave, especialmente en las celebraciones litúrgicas de estos días. En la Oración de los fieles se incluirán peticiones específicas por los cardenales reunidos en Roma y por el nuevo Papa que el Espíritu suscitará para guiar a la Iglesia.
“Que la Virgen María acompañe nuestra invocación unánime con su materna intercesión”, concluye el mensaje de los cardenales, confiando a la Madre de la Iglesia este decisivo momento de elección y renovación.
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COMUNICADO DE LA SANTA SEDE
El Colegio de los cardenales reunidos en Roma, que están participando en las congregaciones generales para la preparación del cónclave, desea invitar al Pueblo de Dios a vivir este acontecimiento eclesial como un momento de gracia y de discernimiento espiritual, a la escucha de la voluntad de Dios.
Por esta razón los cardenales, conscientes de la responsabilidad a la que están llamados, perciben la necesidad de ser sostenidos por la oración de todos los fieles. Esta es la verdadera fuerza que en la Iglesia favorece la unidad de todos los miembros en el único Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12,12).
Ante la grandeza de la tarea inminente y a las urgencias de los tiempos presentes, es necesario en primer lugar hacerse instrumentos humildes de la infinita sabiduría y providencia del Padre celestial, en la docilidad a la acción del Espíritu Santo. Él es, en efecto, el protagonista de la vida del Pueblo de Dios, es a Él a quien debemos escuchar, acogiendo lo que dice a la Iglesia (cf. Ap 3,6).
Que la Virgen María acompañe nuestra invocación unánime con su materna intercesión.