El otro claustro: San Pelayo. Día 1

Ante todo, cuando te dispones a realizar cualquier obra buena, pídele con oración muy insistente y apremiante que Él la lleve a término. […] Porque, efectivamente, en todo momento hemos de estar a punto para servirle en la obediencia con los dones que ha depositado en nosotros. […] Levantémonos, pues, de una vez; que la Escritura nos espabila, diciendo: «Ya es hora de despertarnos del sueño». y, abriendo nuestros ojos a la luz de Dios, escuchemos atónitos lo que cada día nos advierte la voz divina que clama: «Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones». y también: «Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias».  ¿Y qué es lo que dice? «Venid, hijos; escuchadme; os instruiré en el temor del Señor».  «Daos prisa mientras tenéis aún la luz de la vida.

(REGLA de san BENITO prólogo 4. 6. 8-13).

5:45-6:15. Hora de levantarse

Unas con el timbre del despertador, adelantándose al toque monástico y oficial de la campana de las 6:15, y otras por la costumbre vital de ser centinelas de la aurora, nos vamos levantando para orar e iniciar la mañana. “¡Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo!” (salmo 62).

El Coro se va llenado de monjas silenciosas, orantes, soñolientas… todo es posible… un s.o.s por la humanidad a la que amamos y a la que nos unimos, unidas a Jesucristo que es nuestro Intercesor ante el Padre.

¿A quién dirigís vuestro primer pensamiento por la mañana?